Contra las expectativas, la altamente endeudada economía nipona crece más de lo esperado, gracias al impulso de sus exportaciones y el consumo interno.
Mostrando cuánto de moda y de impredecible tiene la economía global, la habitualmente olvidada tercera economía del mundo dio la sorpresa al desmarcarse claramente de la tendencia al enfriamiento observada en todos los grandes bloques económicos a fines del primer semestre: sus exportaciones crecieron un 7,9% en abril pese a que sus ventas en China se deslizaron suavemente hacia abajo. Las cifras de mayo, todavía no difundidas a finales de junio, se espera que escalen un 9,3%. El crecimiento de toda la economía, por su parte, fue revisado al alza, esperándose que termine en un 2,3% en marzo de 2013, cuando cierra el año fiscal en el archipiélago.
Otra señal de optimismo conocida en junio fue el drástico salto en la opinión de los ejecutivos de las 100 empresas más grandes del país, conocido gracias a la prestigiosa encuesta semestral Asahi Shimbum: el 76% de ellos (casi el doble que hace medio año) aseguraron que el clima de negocios está mejorando, basados en el crecimiento del consumo interno y las ganancias corporativas sólidas. No obstante, manifestaron su preocupación por el impacto de una eventual escasez del suministro eléctrico, apoyando el reencendido de dos centrales nucleares anunciado por el gobierno. Irónicamente, pareciera que las inmensas inversiones públicas obligadas por el devastador tsunami y desastre nuclear de comienzos de 2011 salvaron a Japón de unirse al club de los países obligados a recortes debido a su alto nivel de endeudamiento.
Por otra parte, el intento de liberarse de su dependencia de la energía nuclear podría convertir al archipiélago en el segundo mercado mundial para la energía solar, tras la entrada en vigencia de una tarifa preferencial para la electricidad producida de esa forma. Según Bloomberg New Energy Finance Forecast, el cambio podría derivar en la generación de 3,2 gigawatts, equivalente a la producción de tres reactores atómicos. Y, claro, el boom de los productores locales.