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Dos socios en el barrio
Mar, 07/10/2014 - 11:38

Susan Kaufman

Por qué Grecia nos  tiene que importar
Susan Kaufman

Susan Kaufman es directora del Centro de Política Hemisférica de la Universidad de Miami.

A fines de julio, el presidente Xi Jinping de China y el primer ministro Shinzo Abe de Japón visitaron países de América Latina y el Caribe, con pocos días de diferencia. Ambas visitas demuestran que la competencia entre China y Japón, que hasta hace poco se centraba principalmente en Asia, se extendió hacia América Latina y el Caribe. Las visitas también son evidencia de que el histórico dominio económico de Estados Unidos en la región está muy reducido, dejando un vacío que los dos gigantes asiáticos parecen felizmente dispuestos a llenar. Además, la competencia económica China-Japón parece beneficiar a la región, dotándola de acceso a capital de inversión, préstamos, tecnología y una administración y mano de obra calificada que prometen una significativa contribución a su crecimiento económico. 

Hay, sin embargo, diferencias importantes entre las prioridades y el comportamiento de los dos países. La primera consiste en los países que cada uno eligió para visitar. Aunque ambos pasaron por Brasil, el líder chino centró deliberadamente su visita en los países más anti-estadounidenses y menos favorables al libre mercado: Venezuela, Cuba y Argentina. El líder de Japón, en cambio, pasó más tiempo en los países amigos de Estados Unidos, como México, Colombia y Chile. Además, el presidente chino se acompañó principalmente por funcionarios de gobierno, mientras el primer ministro japonés trajo una delegación de 70 empresarios. 

Ambos firmaron una serie de acuerdos de préstamos importantes y ofertas de inversión; éstos se dirigieron a diferentes sectores y tipos de proyectos. Por ejemplo, los acuerdos firmados por Xi Jinping relacionados con el desarrollo de petróleo venezolano y su agricultura, proporcionan una línea de crédito de US$ 4.000 millones a cambio de petróleo venezolano y sus derivados. Los chinos también ponen US$ 691 millones a disposición de Venezuela para explorar sus reservas de oro y cobre. Al igual que China, Japón necesita importar energía, pero Abe se enfocó en el sector energético mexicano, que está en proceso de apertura a la inversión privada nacional y extranjera. Y en Brasil ambos países están invirtiendo en sectores y proyectos en los que tienen una ventaja comparativa. China hace hincapié en los grandes proyectos de infraestructura, con un foco en la mano de obra china para su construcción. Mientras, el primer ministro Abe está empujando la tecnología japonesa en la construcción naval y plataformas offshore para desarrollar el sector energético.
A pesar de las diferencias, China y Japón tienen el objetivo común de aumentar su comercio e inversión con América Latina y el Caribe. Y ambos están especialmente ansiosos por asegurarse más suministros energéticos. También hay señales de que China podría estar perdiendo su paciencia con los sistemas económicos disfuncionales que caracterizan a sus socios anti-estadounidenses en la región. Por eso, Xi Jinping podría aumentar su comercio e inversión en los países más democráticos y pro mercado de la región, desenfocando, pero no eliminando, algunas de las diferencias entre las prioridades chinas y japonesas en América Latina y el Caribe. 

Sin embargo, China y Japón tienen efectivamente sistemas políticos y económicos muy diferentes. China tiene un sistema político autoritario y una economía controlada por el Estado, mientras Japón tiene un sistema político democrático y una economía más orientada al mercado. China ve a Estados Unidos como un competidor global y una amenaza potencial, mientras que Japón es un fuerte aliado de Estados Unidos. Casualmente, estas diferencias entre los dos países asiáticos se asemejan al reciente rompimiento en América Latina entre los regímenes autoritarios con economías centradas en el Estado y los regímenes democráticos con economías de mercado. Por eso, mientras la actual competencia económica entre China y Japón contribuirá al desarrollo económico de América Latina, lamentablemente ayudará también a mantener a la región políticamente dividida.

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