La presencia o no de árboles en el entorno urbano tiene un impacto directo sorprendente en la salud pública, revela una investigación.
¿Quiere mejorar la productividad en su empresa bajando las ausencias por enfermedad? Instálela en una ciudad con muchos árboles. E invierta en una planta que esté rodeada de árboles añosos.
Son las implicancias de un trabajo científico del Servicio Forestal de EE.UU. que evaluó los efectos de la destrucción de 100 millones de árboles entre 1997 y 2007, provocada por la plaga del barrenador Esmeralda, un insecto que ataca a 20 variedades de fresnos y ha dejado literalmente “desnudas” a decenas de pequeños pueblos y ciudades.
Los resultados estremecen. “Hubo un incremento en la mortalidad relacionada a enfermedades cardiovasculares y del tracto respiratorio bajo en los municipios infestados por el barrenador Esmeralda del fresno”, explica el trabajo. En números cerrados, hubo 15.080 muertes extra por temas cardíacos y 6.113 por enfermedades respiratorias.
¿Qué hacen específicamente los árboles que mejoran la salud de las personas? No se sabe. Tal vez moderar la acción del ozono de superficie en las ciudades, que es tóxico y ultraoxidante. Un problema grave que los medios, instituciones y médicos suelen pasar por alto. Otra posibilidad es que atrapen micropartículas en suspensión que inciden en varias enfermedades. La conclusión obvia es que, para bajar los gastos en salud o evitar pérdidas por ausentismo debido a enfermedad, plante árboles de crecimiento rápido o múdese a donde ya los hay.