La refinería Abreu y Lima de Petrobras y PDVSA amenaza con convertirse en la más cara del planeta. Podría llegar a costar entre US$ 17.000 y US$ 20.000 millones.
No muchos están orgullosos de entrar así al Guinness. De hecho, los críticos de la petrolera brasileña trinan contra el aumento de los costos en un alucinante casi 650% respecto del presupuesto inicial de US$ 2.300 millones. Como contraejemplo se cita el presupuesto de la refinería kuwaití de Al-Zour, que la Kuwait Oil Co. pretende erigir con inversores privados y que costaría US$ 14.500 millones, llegando a producir 615.000 barriles diarios de combustibles diversos contra los 235.000 barriles de Abreu y Lima. Aunque éstos podrían expandirse a 400.000. El costo de implementación de capacidad instalada por barril de alrededor de US$ 75.000 también sería récord. Pero hay algo de trampa en la crítica: la mitad de lo refinado por la planta brasileña serán petróleos pesados originados en la Franja del Orinoco, en Venezuela, y el procesamiento de estos crudos casi sólidos supone tecnologías y costos superiores.
Otro punto polémico es que Petrobras (60%) tiene de socio a PDVSA (40%) en la iniciativa, pero la petrolera venezolana –atrasada en sus aportes– ha pedido un préstamo al BNDES para ello. Y, por si fuera poco, PDVSA usará dinero chino. Según los venezolanos, el ovillo está enredado en el lado de Brasil. Rafael Ramírez, ministro de Petróleo y Minería, asegura que su país ya presentó las garantías al BNDES y que cuando éste apruebe el crédito Caracas lo dirigirá a la obra, junto con US$ 1.500 millones obtenidos gracias al Banco de Desarrollo de China. Mientras eso se materializa, el último dato conocido indica que, con el 55% de la obra terminada, se han gastado US$ 8.350 millones, pero que la cifra final antedicha de US$ 17.100 millones podría escalar a US$ 20.000 millones si Petrobras acepta los pedidos de reajustes y cambios provenientes de los contratistas.