Con su TPP (Trans Pacific Partnership), Obama busca relanzar fuertemente a la economía de EE.UU. en el Pacífico.
Esta vez no se retrataron con tenidas típicas, camisas de batik, túnicas o ponchos andinos. Los 21 jefes de Estado asistentes a la 23ª Cumbre del Consejo Económico de Asia Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés) lucían los tradicionales ternos azules o grises, nada cómodos para soportar el calor hawaiano. La razón de fondo es simbólica y responde a la necesidad del anfitrión, el presiente Barack Obama, de marcar un nuevo tiempo en la política estadounidense hacia la región. En plan de darle fuerza a la iniciativa, el actual ocupante de la Casa Blanca se autodenominó el “primer presidente estadounidense del Pacífico”, señalando el regreso decidido de EE.UU. como promotor del libre comercio en la región. En sus palabras había un eco lejano de aquella frase que hizo historia en plena Segunda Guerra Mundial, cuando un derrotado general Douglas McArthur abandonó las Filipinas exclamando “Volveremos”. Esta vez el caballo de batalla para el retorno es el llamado TPP (Trans Pacific Partnership), un acuerdo promovido inicialmente por cuatro países pequeños de la cuenca (Chile, Nueva Zelanda, Brunei y Singapur) y que Washington ha adoptado como piedra angular de su política para la región. “Sin duda el TPP avanza más rápido que la Ronda de Doha y, de hecho, podría transformarse en un precedente importante para ésta”, dice Rodrigo Contreras, negociador de la cancillería chilena.
En la reunión, junto con ventilar el compromiso estadounidense con el libre comercio mediante los TLC firmados con Corea y Colombia, Obama recalcó que el primero fue “apoyado incluso por los sindicatos”. Y, como si fuera poco, logró anotarse un rotundo triunfo con el interés manifestado por Japón de incorporarse a las negociaciones del TPP. Con países como Australia, Perú, Malasia y Vietnam también considerándolo, más el interés de México y Canadá, el presidente estadounidense está armando un frente para enviar un fuerte mensaje a su principal rival de la región: China.
“Las expectativas son demasiado altas y están más allá del alcance de los países en desarrollo”, dijo Hu Jintao antes de viajar a Hawaii, refiriéndose a la iniciativa. La señal es clara. Como claro resulta también que la rivalidad sino-estadounidense no es sólo de carácter económico. Tras cerrar la reunión de APEC, Obama viajó a Australia para renovar la alianza militar con la isla mediante un incremento de la presencia militar estadounidense en el norte de aquel país. Una decisión calificada como “inapropiada” por Liu Weimin, vocero del ministerio de asuntos exteriores de China. Es que una cosa es el comercio y otra los regimientos.