El fútbol, esa religión argentina, es también una formidable arma comunicacional para el gobierno de Cristina Fernández. Y ahora, un dolor de cabeza por sus manejos cambiarios y tributarios.
Suele ser un lugar común en Argentina quejarse de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) por meterse con algunas libertades individuales. Cosas triviales en otros países, como la compra de dólares o el uso de tarjeta de crédito en el exterior.
Esta creencia se vio reforzada a finales de agosto cuando el ente recaudador intervino el fútbol argentino. En una conferencia de prensa muy concurrida Ricardo Echegaray, director de la AFIP, habló de evasión de impuestos y lavado de dinero, y anunció una medida sin precedentes: la suspensión del 70% de los representantes de futbolistas acreditados ante la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). “Esta Administración Federal ha detectado operaciones de jugadores de fútbol profesional a nuestro país desde clubes del exterior… Que asimismo se han observado trasferencias al exterior, efectuando un paso previo por otro club del exterior”, señaló.
Hay dos motivos que explican la ofensiva. El fisco es el principal auspiciador de lo que se conoce como “Fútbol para Todos”, la transmisión de los partidos a través de la TV abierta, un capítulo más en la larga guerra de los Kirchner contra el Grupo Clarín.
El segundo motivo es la “triangulación u opacidad fiscal” detectada en las trasferencias de varios jugadores al comenzar el torneo de apertura. Jonathan Bottinelli, por ejemplo, se incorporó a River Plate proveniente de Unión San Felipe, sin haber jugado un solo partido en ese club chileno.
La situación no sólo afectaba a Bottinelli, sino a otros 35 jugadores. Para controlarla el gobierno estableció una “ventanilla única electrónica”, en donde quedaba “la información de las trasferencias y/o cesiones, totales y/o parciales, definitivas o temporarias de los derechos federativos y económicos de los jugadores de fútbol profesional”.
El 8 de septiembre, sin embargo, todos los jugadores inhabilitados ya habían aclarado su situación ante la AFIP. Ese mismo día el juez federal Néstor Oyarbide –con nexos con el gobierno y que investiga lavado de dinero en el traspaso de muchos jugadores argentinos a Europa– pidió a un fiscal que entregara información sobre el pago de tributos en los pases de cerca de 450 futbolistas. Una lista en la que figuraban dos actuales seleccionados argentinos: Sergio Agüero y Javier Mascherano, pases que correspondían a transferencias efectuadas en años anteriores.
CONTROLES EFECTIVOS
Guillermo Jorge es abogado integrante de la comisión de gobernabilidad de la FIFA, una instancia destinada a “mejorar la gobernabilidad y la trasparencia y aplicar tolerancia cero a la corrupción”. Jorge cuenta que en el organismo internacional “recientemente cambiaron su sistema de justicia interno, nombraron un fiscal y un juez que no tienen nada que ver con el fútbol”.
Jorge es enfático en señalar que hay “muchísimos cambios en términos de trasparencia, y ahí están además las trasferencias de jugadores”. Por eso le parecen adecuadas las regulaciones implementadas por la AFIP y la Unidad de Información Financiera (UIF) que “sacó una resolución adicional diciendo que a mediados de cada mes todos los clubes informen de sus transacciones”. Las regulaciones ayudan a éstos a que estén organizados de forma transparente y, por otro lado, estimulan a que el negocio de ser agente sea menos lucrativo y que “los clubes retomen su tarea de ser dueños de los pases de los jugadores”.
Ernesto Cherquis, vocero de la AFA, concuerda con el funcionario FIFA: “Todo lo que sea cumplir con la ley no se discute, se acata”, dice.
Y advierte, además, que el organismo ha informado mucho antes “a todos de las disposiciones legales a las que deberían acceder y cumplimentar con los entes correspondientes”.
Ernesto Mattos, miembro de la cátedra nacional Arturo Jauretche, un grupo de economistas vinculados al kirchnerismo, pone en contexto la intervención de la AFIP y la UIF.
Para él, la razón es que además los dólares son un recurso escaso, tal como el oro, el petróleo y el agua. Y las triangulaciones no son exclusividad del fútbol. “Lo que se está buscando en definitiva es que en todos los lugares donde haya esta triangulación se implementen estos controles para recaudar dinero destinado a financiar a la industria nacional”, dice Mattos, recordando las triangulaciones de divisas detectadas en el sector sojero y en algunas importadoras.
IMPORTANCIA ESTRATÉGICA
Más allá de los controles, “Fútbol para Todos” tiene una importancia estratégica para el gobierno. Después de la cadena nacional es el instrumento más eficiente para dar a conocer la creación de hospitales o la expropiación de YPF, además de contrarrestar la información entregada por los medios opositores. Este programa se implementó en agosto de 2009, pero recién en marzo de 2010 se comenzó a pasar publicidad de gobierno. Hace pocos meses La Nación entregó cifras de lo que llevaba gastado el fisco en este programa: contabilizó US$ 860 millones en tres años; de ellos US$ 455 millones fueron por pago de derechos a la AFA, US$ 211 millones en publicidad y US$ 135 en producción.
Para Cherquis, vocero de la AFA, estas cifras están erradas porque “hacen una ecuación sumatoria de lo que se pagó efectivamente por derechos y de lo que se podría recaudar, y no se recauda, por la venta publicitaria”. En otras palabras, el medio suma lo que podría ganar el gobierno si vendiera los espacios publicitarios a otros. Pero no lo hace.
Para el analista Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, la importancia de “Fútbol Para Todos” va más allá de los números y se explica en que el fútbol siempre ha sido un deporte muy popular, por eso “un liderazgo populista difícilmente deje a este deporte fuera de su dominio”. La dictadura militar ya había utilizado el fútbol para su propaganda. En su primer mandato Cristina Fernández constituyó “una acción sistemática para alinear al fútbol con el modelo político, y ello tuvo como epicentro el último Mundial de Sudáfrica”. Para Fraga, “Futbol para Todos” es un programa destinado a quitarle poder al multimedios Clarín (que antes tenía los derechos) y “utilizar políticamente la pantalla”.