El lenguaje del management tiene una fuerte herencia militar. Pero ahora son los militares los que están recurriendo al management para formar a sus altos mandos.
Cuando el 28 de febrero de 2010 la presidenta chilena Michelle Bachelet decidió desplegar tropas de ejército en las zonas más afectadas por el terremoto y los posteriores saqueos, muchos chilenos se llevaron una sorpresa. Los generales al mando de la operación no hablaban golpeado ni proferían amenazas de “mano dura” contra nadie, como sus predecesores de la década de los 70. Parecían más bien gerentes cool de estilo empático, formados en alguna escuela de negocios. En el caso del general Guillermo Ramírez Chovar, quien logró controlar la tensa situación en las ciudades de Concepción y Talcahuano tras la catástrofe, era cierto. Aparte de su formación castrense, Ramírez Chovar realizó el curso de Relaciones Industriales y Administración de Personal en el Instituto Chileno de Administración Racional de Empresas (Icare) y obtuvo magíster en gestión de recursos humanos en la Universidad Gabriela Mistral.
“Una parte importante de los altos mandos de las fuerzas armadas están integrados por oficiales superiores posgraduados, una realidad que paulatinamente se ha ido instalando”, dice Gerardo Vidal, PhD en ciencias políticas y sociología. “En algunos casos, como requisito de ascenso a los grados superiores”.
Desde el punto de vista de las escuelas de negocios latinoamericanas, esto ha abierto el terreno a un número incipiente de programas conjuntos con las instituciones militares. El general brasileño Júlio César de Arruda, comandante de la Academia Militar das Agulhas Negras (AMAN) participó en el MBA Ejecutivo de Administración de Negocios de la Fundación Getúlio Vargas (FGV) en 2007. Se trata de un programa de 360 horas, que forma parte del curso de Política, Estrategia y Alta Administración del ejército brasileño. Éste, a su vez, dura un año y se enfoca a coroneles en transición al rango de general. El curso fue creado en 1988 y la asociación con la FGV existe desde la década de los 90.
Entre los tópicos aprendidos en el aula, el general De Arruda destaca la gestión de proyectos militares de gran tamaño, presupuesto, gestión de personal, de procesos de cambio y derecho informático. Para el alto oficial, el curso es importante para los militares de alta graduación y les ayuda a gestionar mejor personas y procesos. “Abre horizontes y les ayuda a una gestión más competente”, señala.
Algo similar hacen la Armada de Chile y la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez con el Programa de Magíster en Gestión de Organizaciones. “Integra un cupo selectivo de 20 oficiales jefes y superiores, y está orientado a fortalecer las competencias y habilidades en gestión directiva y toma de decisiones en contextos de complejidad”, dice Vidal, director académico del programa. “Los alumnos oficiales asisten a clases a la Universidad, integrándose con alumnos civiles y desarrollando una interacción de conocimientos, culturas y experiencias muy enriquecedoras”.
¿Mandar o negociar? Pero si los militares recurren cada vez más a la formación ejecutiva, no son pocos los civiles que desean robustecer sus habilidades de gestión mediante técnicas militares. 90 estudiantes de MBA de Wharton School of Management –la tercera mejor escuela de negocios del ránking global de AméricaEconomía– viajan dos veces al año a Quantico, un campo de entrenamiento en Virginia, donde se forman los oficiales de la infantería de marina de EE.UU. A cambio, los militares envían a algunos de sus miembros a hacer un MBA. La idea surgió en 2001, cuando un grupo de estudiantes de la escuela se juntó para conversar sobre liderazgo militar.
Una de las lecciones más importantes obtenidas de los militares, señala Preston Cline, director asociado de Wharton Leadership Ventures, es su fuerte inclinación hacia la acción. “Muchos de nuestros estudiantes civiles vienen de la consultoría, y son muy buenos en la creación de consensos, lo que demora el proceso de toma de decisiones. En cambio los marines están formados para decidir y actuar rápidamente. Muchas veces, los estudiantes de MBA se sorprenden cuando se les pide que tomen una decisión con sólo el 70% de la información”, dice.
Pero el impacto de lo militar en el terreno del management es de larga data. Un ejemplo de ello es el lenguaje que ambos utilizan para referirse a cosas muy parecidas. Estrategia, táctica, operaciones, cuadros de mando, supervivencia, logística, campañas, son sólo algunas de las palabras que comparten.
Según el colombiano Francisco López, decano de Administración de la Universidad Eafit de Medellín, el management es posterior a lo militar, incluso en América Latina. Recuerda que los primeros gerentes durante el desarrollo industrial en Colombia, a principios de los años 20, fueron los antiguos generales que venían de la Guerra de los Mil Días (1899-1902). “Ellos tenían el background que los capacitaba para dirigir una fábrica. Si habían manejado batallones enteros, ¿por qué no podían administrar a un grupo de funcionarios en la industria textil? El ejército trabaja con una concepción del trabajo y la disciplina muy fuerte, y de entender las relaciones de poder y obediencia, de subordinación”, dice.Sin embargo, los uniformados de hoy buscan en alguna medida lo contrario a través de la formación ejecutiva. El general De Arruda destaca que el MBA ejecutivo de la FGV lo ayudó a ganar fluidez en procesos administrativos. “Uno aprende a sentarse a una mesa y negociar”, agrega.
* Con Graziele Dal-Bo, en São Paulo y María Enrile, en Santiago.