En mayo, América Latina tendrá su atención enfocada en Colombia. El tercer país más poblado de América Latina protagonizará durante este mes unas reñidas elecciones que seguramente tendrán su definición final en un balotaje a realizarse el 20 de junio. Para la región, estas elecciones son especialmente importantes debido al complejo marco internacional que se ha ido tejiendo en torno a Colombia, mientras su presidente Uribe lideraba la lucha contra las violentas guerrillas que han tenido al país sometido a una guerra interna por años.
La enorme popularidad doméstica de Uribe, quien no pudo presentarse a una nueva reelección (que de seguro habría ganado), no se traspasó a ningún candidato. Juan Manuel Santos, quien fuese ministro de Defensa y vicepresidente de Uribe, lidera las encuestas con cifras en torno al 30% de aprobación. Noemí Sanín, candidata por el Partido Conservador, y quien también reclama la herencia de Uribe, está a la baja: de tener cerca de 19% ha ido cayendo a 12%. Ambos candidatos reclaman la herencia del uribismo: una política dura contra las FARC y un marco económico que promueva la inversión y los negocios. La sorpresa la está dando Antanas Mockus, quien se hizo popular con una exitosa gestión en la alcaldía de Bogotá, y cuyo apoyo llega, según varios estudios, a 20%. El resto de los candidatos no supera el 7% de apoyo.
Los dos que encabezan las encuestas aparentan tener muchas diferencias. Santos es un político duro. Cuando estaba al mando del Ministerio de Defensa, Colombia logró sus mayores avances en el arriscamiento de las FARC y, más llamativamente, la liberación de Ingrid Betancourt. También fue durante su gestión en Defensa sucedió la mayor parte de los civiles muertos en el escándalo conocido como los falsos-positivos. Hoy Santos no duda en afirmar que volvería a dar una orden como el bombardeo al interior de las fronteras ecuatorianas. Mockus, quien sufre de los tempranos síntomas del mal de Parkinson, es un creativo excéntrico y algo impredecible que montó en elefante el día de su boda y que no tuvo problemas en bajar sus pantalones y mostrar su trasero a un grupo de estudiantes que se manifestaba mientras era rector de la Universidad Nacional. Se identifica con el partido verde, es liberal, pero apoya políticas de derecha como la privatización de servicios públicos, como lo hizo en su gestión municipal.
No obstante, los tres candidatos que lideran las encuestas coinciden en la necesidad de mantener la política contra las FARC, si bien Santos pone acento en la seguridad, mientras que Mockus lo pone en la defensa de la institucionalidad democrática. Las diferencias son de matices en un esquema electoral definido por el uribismo y el anti-uribismo, y en el cual todos quieren estar en el centro.
Las diferencias más concretas en los programas aún no aparecen, por lo que es temprano para definir posiciones. No obstante, la economía ha sido relegada en el debate, un tema en el que urgen definiciones. La recesión en Estados Unidos, su principal socio comercial, afectó su comercio exterior. Lo mismo sucedió con los líos diplomáticos con Chávez, que prácticamente cerró el mercado a su país vecino: las exportaciones colombianas a Venezuela cayeron 76,6% en 2009. Pese a eso, la economía colombiana creció 2,5% en 2008 y tuvo una leve expansión de 0,4% en 2009. En 2010, las proyecciones indican que crecerá a una tasa de 2% a 3%, con una inflación controlada. La resiliencia de la economía colombiana se debe a la diversificación industrial y a la firma de acuerdos de libre comercio con distintos mercados, aunque quedan pendientes los más importantes.
No obstante, a Colombia le faltan motores de dinamismo. De hecho, la falta de velocidad en la recuperación, en comparación con otras economías de la región, como Perú, Chile y Brasil, se debe a su escaso comercio con Asia. Y el prometido TLC con Estados Unidos duerme esperando un escenario legislativo acogedor. El próximo presidente de Colombia tendrá la gran oportunidad de gestionar un país al alza que ya ha realizado muchas de las reformas económicas más complicadas. Será clave para el bienestar un plan económico coherente y que siga promoviendo la inversión a medida que fomente puentes de integración de Colombia con el mundo, y no que los vaya cortando.