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La necromancia de Chávez
Domingo, Septiembre 12, 2010 - 12:38


Tras el asesinato de Julio César, estalló una lucha por el control de su legado. Octavio, sobrino nieto de César, manipuló su posición de heredero para arrebatar el poder a sus rivales. Convirtió a César en un dios, le construyó un templo, y utilizó sus restos para resaltar su relación. Como el simbolismo era crucial, Octavio adicionó “Julio César” a su nombre. Poco después de la medianoche del 15 de julio, el presidente venezolano Hugo Chávez retrocedió en el tiempo, y presidió la exhumación de los restos mortales de Simón Bolívar.

Algunas piezas fueron separadas para someterlas a “pruebas”. El resto fue puesto en un nuevo ataúd con el escudo del gobierno. Chávez dio un discurso en el que le pedía a Cristo repetir el milagro de Lázaro y resucitar a Bolívar.

Chávez también conversó con sus huesos: “Anoche, viendo los restos de Bolívar le pregunté: ‘Padre ¿eres tú o no eres; o quién eres?’ y me respondió ‘Sí, soy yo, pero despierto cada 100 años cuando despierta el pueblo”, relató Chávez, mientras los canales de televisión en Venezuela mostraban imágenes de Bolívar en pinturas históricas, luego imágenes de su esqueleto, y luego imágenes de Chávez, con el himno nacional de fondo. El mensaje de esta parodia macabra es inconfundible: Chávez no es un seguidor de Bolívar, Chávez es Bolívar reencarnado.

Jurídicamente, el cuerpo de Bolívar está bajo la custodia del Estado, aunque sus parientes más cercanos conocidos fueron Pedro y Eduardo Mendoza- Goiticoa, descendientes directos de la hermana menor de Bolívar. Eduardo, mi abuelo, murió hace menos de un año en Caracas, y mi tío Pedro murió en junio a la edad de 96 años, sin que haya habido intento de notificarlos sobre la apertura de la tumba.

La apropiación agresiva de Bolívar a cargo de Chávez –primero política y ahora físicamente– es un hecho muy significativo. Así, Chávez busca eliminar a su mayor opositor y némesis filosófica: el mismo Bolívar.

Previo al fallido golpe de Estado que dirigió en 1992, Chávez llamó a su movimiento rebelde en honor a Bolívar. Para candidatearse a la presidencia en 1998, Chávez llamó a su partido político “Movimiento Bolivariano”, y como presidente cambió el nombre de Venezuela a “República Bolivariana de Venezuela”. En reuniones de gabinete, Chávez solía dejar una silla vacía reservada para el “espíritu” de Bolívar y ordenó al Banco Central que le entregase la espada de Bolívar para su uso personal.

Bolívar estaría indignado al saber que Chávez es su heredero. En su correspondencia, el libertador se revela como alguien mucho más cercano a Jefferson que a Marx. Bolívar describió la forma de gobierno de EE.UU. –tan ridiculizada por Chávez– como “la mejor en la Tierra”. La pequeña biblioteca que Bolívar cargaba en sus campañas militares incluía libros como ‘La Riqueza de las Naciones’, biografías de George Washington, y decenas de obras que celebraban los derechos del hombre frente a la tiranía de los gobiernos despóticos.

Bolívar era un estudiante de la Ilustración. Admiraba la Revolución Estadounidense, y su visión del mundo había sido moldeada en sus viajes por Europa, con las obras de Hume, Montesquieu y Voltaire. Comprendía que las grandes naciones estaban gobernadas por leyes, y no por hombres. El liberalismo, la separación de poderes, las libertades civiles, el libre comercio y la libertad de pensamiento eran temas recurrentes en sus discursos y escritos.

Chávez, en su proceso de personalización del poder, de asalto a la propiedad privada, de restricciones a la disidencia política y de destrucción de la doctrina de la separación de poderes, no sólo no abraza el legado de Bolívar, sino que representa su antítesis.

La idea chavista de abrir el sarcófago no es nueva, pero resurgió mientras Chávez blandía sus sables contra la vecina Colombia, cuando lanzó públicamente la hipótesis de que el libertador había sido asesinado por la “oligarquía” de ese país. La tesis surgió luego que en una conferencia médica sobre las causas de la muerte de personajes históricos se dijera que no fue la tuberculosis la que mató a Bolívar en 1830, sino la arsenicosis crónica. Aunque en esa época el arsénico, que se tomaba en pequeñas dosis como tónico, era utilizado por Bolívar para combatir sus ataques de fiebre, el gobierno de Chávez se aprovechó de la noticia y comenzó los preparativos para exhumar el cuerpo.

Imagino que muy pronto el gobierno anunciará que la investigación demostró que Bolívar fue asesinado (por colombianos, estadounidenses o ambos). Tampoco me sorprendería que las pruebas de ADN demostrasen que Chávez es pariente lejano de Bolívar. Lo triste es ver que en lugar de mostrar a Venezuela los restos de Bolívar, el cadáver de Bolívar deba soportar ver los restos de su amada Venezuela

Autores

Thor Halvorssen