El laberinto cambiario argentino, diseñado con un espíritu nacionalista y populista, podría terminar beneficiando las vacaciones en el extranjero de la clase media-alta.
Los turistas argentinos, sean mujeres en diminutas tangas o atléticos jugadores de vóley playa, han pasado a ser una postal en lugares como el Caribe, Miami, Chile, Uruguay o Brasil. Hasta hace poco viajaban con dólares a esos destinos, pero el denominado “cepo cambiario” han hecho del verano 2013 una incógnita para los hoteleros, restaurantes y toda la cadena empresarial que vive del turismo.
El gobierno de Cristina Fernández ha implementado varias medidas: el recargo del 15% en las compras con tarjeta en el exterior y la restricción para la compra de dólares son las más importantes. El 15% es un recargo que se verifica desde hace algunos meses, pero que, a partir de febrero próximo, podrá empezarse a deducir del impuesto a las ganancias, es un impuesto que grava en 20% a quienes ganan desde $7.000 (US$ 1.450) para solteros sin hijos y $9.500 (US$ 1.980) para casados con dos hijos.
De la gente que salió de Argentina (casi 600.000 en el tercer trimestre del año), la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) informó que la venta promedio de dólares para turismo se mantiene en US 1,6 millones diarios. Hasta mediados de diciembre cada argentino que salía del país podía comprar hasta US$ 60 diarios, pero el Banco Central incrementó el cupo a US$ 100 (siempre a destinos donde la moneda sea dólar); además desde ahora se pueden comprar dólares con efectivo (antes sólo con tarjeta de débito). Con esta medida se espera estimular el turismo emisivo aún más.
¿BOOM O CAÍDA?
Para Fabricio di Giambattista, presidente de la Asociación Argentina de Agencias de Viajes y Turismo (AAAVYT), el resultado de 2012 recién lo tendrán claro cuando termine la temporada estival. Para Di Giambattista la caída del turismo receptivo, que registra el ingreso de viajeros internacionales, tiene una explicación obvia: la crisis europea, que no sólo ha afectado a Argentina, sino que a toda Sudamérica. Para contrarrestar estos efectos, se está trabajando en “ampliar y fomentar el turismo sudamericano”.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el turismo receptivo cayó los primeros nueve meses de 2012 en un 14,9%, es decir en 113.000 personas. Mientras que el turismo emisivo cayó en un 17,1%, lo que significa una disminución de 120.000 personas. Sin embargo, si se compara el tercer trimestre de 2012 y el tercer trimestre de 2011, la perspectiva cambia: el turismo receptivo se mantiene casi igual pero el emisivo aumenta en casi un 10%, lo que representa 55.000 personas más saliendo de Argentina. Es más, el gasto de los turistas argentinos en lo que va del año creció un 13,3% en relación al mismo periodo del año pasado.
El economista Martín Burgos, de la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche (grupo de economistas jóvenes que no se definen ni como keynesianos ni liberales, sino como nacionales), piensa que el aumento sostenido del turismo en Argentina desde 2002 se debió a los bajos precios –entre 2002 y 2007– y a una mejora de los ingresos de los argentinos a partir del 2007: “Ese año, por primera vez en la década, la balanza de turismo internacional se equilibró, entrando al país tantos turistas como los que salían”. Según Burgos, el nuevo escenario de “desdolarización de la economía nacional trajo como consecuencia una regulación más estricta del mercado de divisas, obligando al demandante de dólares o euros a demostrar ingresos en blanco suficientes”. Este fenómeno a su vez conllevó otro problema: en Uruguay y Sur de Brasil, principales destinos de veraneo al extranjero de los argentinos, “se está aplicando la cotización del peso equivalente al que rige en el ‘dólar blue’, y los principales afectados son los veraneantes argentinos, pero también los uruguayos y brasileños, dado que reevalúan sus monedas perdiendo ‘competitividad’ turística”. Pese a las cifras del INDEC, Martín Burgos augura un turismo interno más intenso.
Una noticia aparecida a fines de noviembre de 2012 en el The Wall Street Journal informaba que los turistas brasileños fueron lo que más visitaron Miami en 2011, seguidos por los 417.000 argentinos, quienes dejaron la no despreciable suma de US$ 960 millones. En los últimos meses, sin embargo, éstos han llegado al primer lugar, consolidándose como el grupo latinoamericano más activo en la compra de bienes inmuebles en Miami. Di Giambattista, de AAAVYT, pone en duda estos datos. “Es una cuestión de población”, dice. “Brasil tiene más habitantes y por tanto más turistas que nosotros; la mayoría de las tiendas de Miami tienen hasta banderas brasileñas”.
LAS VENTAJAS
Los operadores mayoristas de agencias de viajes, agrupados en AAAVYT, no ven grandes sobresaltos durante la temporada estival que se avecina. Esta impresión se explica porque, al vender todos los servicios a través de las agencias, el 15% de recargo por compras con tarjeta en el exterior queda liberado, pues se paga en el país y a un precio de dólar oficial. “Sólo vas a tener ese recargo en el exterior con tus gastos de consumo”, apunta Fabricio di Giambattista, “pero si contratás un all inclusive, no tendrás ese recargo”.
Para el economista Gustavo Genoni, profesor de la Universidad Torcuato di Tella, “la existencia de un tipo de cambio oficial más bajo que el paralelo al cual se liquidan los gastos en tarjeta de crédito favorece el turismo en el exterior”. Según él, el gobierno estaría subvencionando el turismo en el exterior mediante un tipo de cambio oficial rezagado respecto del tipo de cambio libre o paralelo (4,9 versus 6,4); por otro lado, el recargo del 15% en las compras con tarjeta no es tal “en la medida en que se puede recuperar (erosionado por la inflación) en abril de 2013”. En definitiva, un tipo de cambio oficial artificialmente barato favorece al turismo y de ahí que se explique el aumento de turistas argentinos en el mundo: “Los que pagamos impuestos encontramos muy barato el viajar y hacer compras en el exterior, basta con ver a los argentinos que llegan a Ezeiza y a Aeroparque portando grandes cajas de televisores Led de 46 pulgadas comprados con tarjeta de crédito a tipo de cambio oficial”. Para este economista, la creencia de que el turismo se vería afectado por las medidas del gobierno se debe a que “la oposición política ha elegido difundir este punto de vista y el oficialismo no ha podido argumentar lo opuesto, ya que no puede justificar ante sus bases el subsidiar a la clase media alta que veranea en el exterior usando sus tarjetas de crédito”.
Historias de este tipo hay muchas. Cuenta la leyenda urbana que, hace unos años, el chef Pablo Massey trabajó algunas temporadas en Uruguay. Ahorró en dólares y regresó a Buenos Aires para instalar La Panadería de Pablo en San Telmo, un restaurante de primer nivel.
Puede que este tipo de casos esté llegando a su fin. Hoy la consigna es acomodarse a una nueva situación en la que, según algunos economistas, algunos tendrán oportunidad para tomar vacacionar y otros no. Sea como sea, ésta será la primera temporada estival con restricciones.