La carrera por tomar un pedazo hegemónico de “la nube” se ha traducido en una guerra de precios. Muchos creen que no durará.
No se trata del último blockbuster de ciencia ficción, sino de algo tangible y que está ocurriendo ahora. Es la carrera abierta entre Google, Amazon, Microsoft y otros pesos pesados de la industria por transformar sus servidores en continentes de la economía inmaterial. ¿Cómo? Convenciendo a media humanidad de que les confiemos (a alguno de ellos) archivos y aplicaciones sensibles. A cambio, y por un precio mínimo, ellos ofrecen cuidarlos a todo evento y darnos acceso a ellos cuando y dónde queramos.
La imagen utópica es la de un ejecutivo multinacional conectado desde el Wifi de la piscina de un hotel revisando su correo y archivos, todos ellos alojados en un servidor y no en dispositivos electrónicos.
Aparte de “carrera a la gratuidad”, la situación actual de la nube podría sintetizarse en una guerra, abierta y sin cuartel, por atraer clientes mediante agresivas rebajas de precios. En julio Google anunció un ofertón para empresas: 100 pentabytes o US$1 millón en almacenamiento gratuito bajo el nombre de Cloud Storage Nearline. El misil tenía nombre y apellido: Amazon Web Services (AWS), el número uno de la inmaterial nube. Para una compañía grande, los 100 Pb probablemente no duren mucho. Pero para una pyme sobra.
Hay quienes dudan de que estos modelos de gratuidad sean sustentables. Uno de ellos es Hu Yoshida, CTO de Hitachi Data Systems. “Hay personas que creen que un día todo el almacenamiento será libre”, escribió hace poco. “Si bien el servicio de almacenamiento puede ser libre, la infraestructura de almacenamiento y los servicios seguirán siendo costosos. La construcción de centros de datos a hiperescala cuesta miles de millones de dólares, y los proveedores de nube tendrán que encontrar otros servicios para costearlos o sacar provecho de los datos que se contienen en ese almacenamiento libre”.
Yoshida explica que, cuando se toma una foto desde un teléfono celular y se guarda la imagen en un servicio de nube pública, se guarda información sobre dónde y cuándo se tomó esa foto; además, las imágenes se pueden analizar, lo cual puede revelar información sobre las preferencias de los usuarios. Así, se ofrece almacenamiento gratuito para obtener cierto tipo de control sobre los datos personales, lo que puede compensar el costo para estos proveedores de nube. “Se trata de almacenamiento gratuito por publicidad dirigida, lo que puede ser un comercio aceptable para almacenar sus fotos familiares. Sin embargo, no es aceptable para los usuarios de almacenamiento empresarial”, explica.
Flexibilidad
“Subirse a la nube requiere un cambio cultural”, reconoce Mark Ryland, director de soluciones de arquitectura de AWS. “Pero hay hambre por el cambio”.
Las palabras mágicas son flexibilidad y escalabilidad. Por ejemplo, la que AWS le ofrece al operador integrado del transporte público londinense. “Es un servicio que tiene picos de demanda en función del clima, huelgas o eventos públicos y deportivos”, explica Ryland. En esos días de punta el uso de capacidad se multiplica por un factor de 100, lo que solía traducirse en caídas del sistema. “La solución vía nube les ha dado la flexibilidad para enfrentar estas contingencias. Pagan por ese incremento, pero no mantienen infraestructura ociosa el resto del tiempo”.
Esa es la oferta que AWS está trayendo a América Latina, con un modelo tarifario variable que permite enfrentar las contingencias de los servicio públicos vinculados al pago de impuestos, elecciones, matrículas universitarias, etc. “Es temprano, pero apostamos a que vamos a tener mucha actividad en el frente gubernamental”. De hecho, varios portales públicos chilenos están corriendo en AWS, como también el portal de turismo mexicano y el Departamento de Educación de Colombia.
No es descabellado pensar que los proveedores de nube pública pueden incluso ir más allá de cero, y ofrecen rebajas u otros incentivos para atraer a los usuarios para almacenar datos en su nube como una forma de encerrarlos en otros servicios que sí causan honorarios.
En esta mezcla de credulidad y desconfianza, Amazon se juega su reputación a través de la seguridad. “Solo tú puedes acceder a tu ambiente privado”, afirma Ryland. “Si no garantizamos la seguridad y privacidad de los datos, no tenemos modelo de negocios”.
Amazon usa un modelo de auditoría y modelamiento con terceros, para asegurar la calidad de sus firewall y defensas contra intrusiones. En sus servidores hay instituciones financieras y agencias gubernamentales. Ryland afirma que AWS aprobó los tests técnicos para hacerse cargo de comunicaciones no clasificadas del Departamento de Defensa de EE.UU.
Pero no todos están convencidos. Greg Knierierman, consultor de Hitachi Data Systems, ha estado blogueando sobre la necesidad de las empresas de controlar sus datos. Cita una encuesta reciente de The Economist, donde 87% de los encuestados informó que la alta gerencia está muy preocupada por la seguridad y privacidad de los datos corporativos. “Los usuarios empresariales no utilizarán almacenamiento gratuito a menos que el proveedor garantizace la seguridad y privacidad de los datos”, afirma Yoshida.
La guerra de los servidores
En cualquier caso, para que exista la nube tiene que existir suelo, o más bien subsuelo. Allí se alojan los grandes centros de datos, que las compañías de infraestructura y servicios han tenido que desplegar en todo el mundo.
Esto porque las multinacionales deben cumplir con normas de protección de datos en distintos países.
International Data Corp estima que esto representa el 65% de los criterios para decidir dónde una compañía grande aloja sus datos, y está empujando a los proveedores a instalar más y más data centers para ofrecerles este servicio de manera conveniente y segura.
Otro factor es la geografía: en la medida que crece su uso, los data centers van consumiendo más energía de refrigeración. No son los mismos costos en el trópico que en los fiordos escandinavos. De hecho Irlanda, Suecia, Noruega y Canadá se han posicionado en el Hemisferio Norte como grandes captadores de inversión en infraestructura de nube. ¿Data Centers en el Sur de Chile o de Argentina? De seguir la “Race to Zero” hasta el último disco duro del planeta, tal vez toda la Antártica deba convertirse en un Data Center.
En la sostenibilidad de este modelo de negocio, se requiere innovación constante para mantenerse por delante del juego. Mientras Occidente se centra en los proveedores de nubes públicas como Amazon y Google, hay otras empresas en la nube en otras geografías como AliBaba Group, de China, que podría ser mucho más agresivo e innovador en esta carrera.