Productos de comunidades remotas de Latinoamérica y el mundo llegan a las estaciones de servicio hispanas.

¿Demasiado poco, demasiado tarde? La verdad es que nunca es tarde para promover el comercio justo que permite que economías de subsistencia se integren al mercado global, ofreciendo productos de alta calidad. Por ello, aunque España se encuentra en medio de la crisis económica más devastadora después de la Guerra Civil, hay que celebrar el acuerdo entre la petrolera hispana Repsol y la ONG Ayuda en Acción, mediante el cual se  comercializarán productos de comercio justo en las estaciones de servicio de la península.

Las ventas tendrán lugar en gasolineras emplazadas en Madrid, Barcelona, La Coruña, Tarragona, Bilbao, Cartagena, Puertollano, Sevilla y Valencia. Desde la petrolera indican que ellas “beneficiarán a las comunidades productoras, las que verán incrementada la venta de sus productos” que en España alcanzó los € 26 millones durante 2011”. El acuerdo, según Juan José Martínez, vicepresidente de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, beneficia a unas 200 organizaciones de más de 40 países, la mayoría cooperativas de América Latina, África y Asia. Éstas ofrecen sustento a más de 1,5 millón de campesinos, artesanos y trabajadores. Sin embargo no hay que hacerse demasiadas ilusiones sobre un boom de demanda: cada español gastó durante 2011 un promedio de € 0,55 euro en este tipo de productos, algo así como diez veces menos que en Francia o Alemania y muy lejos de los niveles de Suiza,  € 29 euros por habitante al año, o el Reino Unido, €  24. ¿El producto más vendido? En grano, molido, en máquinas de vending o tazas de café en hostelería. Le siguen los dulces fabricados a base de cacao o azúcar. La venta de manufacturas textiles oriundas de países como Bolivia ha descendido. Pero Martínez llama a no bajar los brazos.