Dijimos: La causa es la guerra del Estado mexicano contra los carteles de droga. Una guerra que se libra con armas estadounidenses. De acuerdo a la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos de EE.UU. (ATF, por sus siglas en inglés), un 90% de las armas que se confiscan al crimen proviene de ese país. Un problema que se ha transformado en una de las cuestiones más urgentes para el gobierno de Barack Obama (“Los tiros de la discordia”, AméricaEconomía Nº 373, marzo, 2009).
Lo nuevo: A través de un informe, la ATF reconoció que no coopera adecuadamente con México para frenar el tráfico de armas, pues no habría una interacción adecuada con sus pares mexicanos y con otras agencias estadounidenses, dificultando así la investigación de los casos abiertos. En 2009 el organismo atendió más de 21.000 peticiones de identificación de armas desde México, pero sólo en un 31% tuvo éxito. Por su parte, en México la Procuraduría General de la República dijo que el tráfico de armas se ha convertido en el segundo delito en importancia cometido por el crimen organizado.