l mercado de commodities ya no es simplemente un mecanismo de cobertura de riesgo para los propios productores, sino un activo financiero para cualquier fondo o inversionista privado. Y la volatilidad ya no es sólo producto de la oferta y la demanda.
Cuando usted va al supermercado y compra arroz no es simplemente un inocente consumidor, sino el eslabón final de un gigantesco juego financiero en el que intervienen grandes inversionistas y sistemas informáticos.
En 2005, los economistas de la Universidad de Yale Gary Gorton y Gert Rouwenhorst elaboraron un índice a partir de los rendimientos de una serie de productos básicos desde 1959. Los resultados mostraron una fuerte correlación negativa con respecto a las acciones y bonos. Según los académicos, se debía a comportamientos diferentes a lo largo del ciclo económico. El estudio reforzaba la teoría común que ve los precios de los productos básicos como una función de la oferta y la demanda, con una demanda inelástica al precio y un suministro determinado por el inventario y la producción.
Pero ese mismo año las cosas comenzaron a cambiar. Y drásticamente. Hoy estamos ante una simetría inaudita entre diferentes commodities, es decir, suben de manera simultánea. Según J. Newell, experto de la consultora Probability Analytics Research, en 1999 los precios de los commodities mostraban una simetría de un 7%, porcentaje que en 2008, el año en que comenzaron a sonar las alertas, aumentó a un 64%.
Una de las razones es el ingreso de nuevos actores y el estallido en los volúmenes de transacción. Desde la década de los 90 los fondos de inversión han aumentado su participación en el mercado de materias primas de 25% a 85% (en casos extremos), y superan hoy por tres a uno a los actores tradicionales, de acuerdo al registro del US Commodity Futures Trading Commission. A esto se agregan las cifras del Instituto de Finanzas Internacionales, según las cuales el mercado de commodities, a comienzos de 2000, tenía US$ 10.000 millones en activos bajo gestión. En abril de 2011 superaba los US$ 450.000 millones.
Pero eso no es todo: este inmenso volumen de compras y ventas ya no lo hacen sólo operadores reunidos en un vociferante ruedo abierto.
E-trader. La llamada “negociación de alta frecuencia” o “high-frequency trading” (HFT), representa en la actualidad más de 50% de todo el comercio de acciones de las bolsas de comercio. Los economistas Peter Phillips y Jun Yo, de la Universidad de Yale y Princeton, respectivamente, aseveran que después de las burbujas financieras en otros sectores “el fenómeno migró selectivamente al mercado de los commodities y de divisas, creando burbujas que subsecuentemente reventaron a finales de 2008.”
Los fondos que utilizaban la ‘negociación de alta frecuencia’ (HFT) continuaron generando ganancias durante y después de la debacle financiera, lo que fomentó su atractivo y demostró que la volatilidad en los precios de los alimentos puede ser rentable.
Algoritmos informáticos analizan los datos del mercado e implementan las estrategias y microestrategias. Mientras la estrategia tradicional puede ser continua en el tiempo, las microestrategias deben ser alteradas en cosa de días y hasta horas para reflejar los cambios sutiles en la dinámica del mercado. Generalizando, se pueden separar en dos tipos: market-making y arbitraje estadístico.
El primer tipo implica la colocación de una orden limitada de venta o compra con el fin de ganar un spread. El segundo tipo, en cambio, busca beneficiarse de fluctuaciones mínimas, incluso de centavos en el precio. Para obtener ganancias se requiere una gran cantidad de emisiones de compra o venta; miles de órdenes en pocos segundos, cosa que escapa al monitoreo de cualquier agencia pública. Por ello, además de bruscos movimientos de precios, la presencia de estrategias HFT en los mercados se torna evidente cuando el volumen y el número de transacciones por segundo saltan súbitamente.
Jayati Ghosh, economista de la Universidad Jawaharlal Nehru, observa que “el resultado ha sido una volatilidad excesiva del precio”.
Basta recordar lo que ocurrió durante el llamado ‘Flash Crash’, en mayo de 2010, cuando el Dow Jones bajó más de 1.000 puntos en cosa de segundos debido a los robots ‘buscatendencias’. O en agosto de 2012 con Knight Capital (uno de los lideres en negociación de alta frecuencia), cuando un código equivocado causó una hora de caos en la bolsa y US$ 440 millones en pérdidas para la empresa.
La presidenta de la SEC, Mary Schapiro, ha recalcado la poca regulación que existe sobre las empresas que aplican la HFT: “Tienen una enorme capacidad de afectar a la estabilidad y la integridad de los mercados de renta variable”, dijo recientemente.
De modo que, de un lado, está el robot colocando miles de órdenes de compra o venta, y del otro está usted haciendo pasar la bolsa de arroz por el lector del supermercado. O la mujer en África.