Primera en el segmento de caramelos azucarados en Latinoamérica y 14ª en confites en el mundo, Arcor apunta a crecer más en Brasil y Chile.
Quizás la gran astucia de la argentina Arcor es presentarse como una compañía de confites, cuando poco a poco se está convirtiendo en un grupo de alimentos. Es conocida por el bon o bon mucho más que por sus latas de arvejas y de salsa de tomate. Como con muchos gigantes su avance es cauto pero constante, y parte del secreto de su éxito. La otra son sus alianzas con gigantes mundiales como Coca-Cola y Bimbo, siempre ampliando el catálogo de los productos que fabrican, a estas alturas, 40 plantas en cinco países de América Latina.
“Para nosotros confectionary (productos de confitería) se divide en: chocolate confectionary, sugar confectionary y gum. Visto así, en América Latina, Arcor es: En confitería, el 3ro; en chocolate confect, 3ro; en gum 3ro y en sugar confect, 1ro”, dice Marcela Meirone Luchsinger, Public Relations & Marketing Manager-Latin America de Euromonitor International.
Dentro de Argentina, su dominio es todavía mayor. “Si consideramos los primeros cinco meses de 2011, en gomas de mascar tienen casi el 98%, en barquillos y obleas, el 80% y en chocolates y preparaciones de cacao, el 40%”, detalla Carolina Schuff, economista de Sectores Online de la consultora Abeceb. “Es la número 15 en facturación del país”, agrega. Con un poco más de detalle puede decirse que, más o menos, el 70% está en bombones, caramelos, confites, chocolates y gomas de mascar. Con una venta consolidada cercana a los US$ 2.600 millones en 2010, la empresa “espera un 15% de incremento de su facturación para este año”.
Luego están sus ventas al exterior. “Su mayor destino de exportación”, dice la analista, “es EE.UU., con un 17%. Luego, Chile, Paraguay y Bolivia, que sumados dan casi un 25%”. El año pasado, casi el 30% del total correspondió a chocolates (y preparados alimenticios con cacao), con caramelos, confites y pastillas escalando hacia el 40%.
El grupo Arcor, además, posee un fuerte componente de integración vertical. Produce su propia azúcar, leche, papel y cartón para envases rígidos y flexibles. La subsidiaria Cartocor SA dispone de cuatro plantas en Argentina y una en Chile, con las que produce 250 toneladas de papel y 300.000 toneladas de cartón corrugado anualmente. Resulta destacable que el 90% de sus clientes no sean divisiones o unidades de Arcor mismo, sino compañías externas y que también exporta dentro de la región. Converflex, por su parte, dispone de cinco unidades en Argentina y fabrica diversos productos, entre ellos película de PVC rígido.
Desafío exportador. Pese a que como multilatina Arcor es una compañía que opera genuinamente en prácticamente todo el planeta (exporta a más de 100 países), “en términos de resultados operativos sigue fuertemente concentrada en Argentina”, explica Gabriela Catri, de Fitch. El 85% de su Ebitda proviene del país. Sólo “el 40% del ingreso consolidado se generó fuera de Argentina”. Para Catri, “parece que su perspectiva es mejorar la posición en la región y creo que la estrategia es concentrarse en los resultados operativos en Brasil y en Chile”. En el caso del gigante sudamericano, la tarea no es fácil: “El mercado brasileño es súper competitivo y tiene una característica de informalidad mayor”. Aun así, el pronóstico es moderadamente positivo. De hecho, en Brasil, “hubo un par de situaciones impositivas que afectaron los resultados operativos hasta ahora”, pero que, resueltos, no lo harán de nuevo.
En México, en cambio, la presencia es incipiente. “Todavía no son importantes, pero ya están”, dice Catri. Habla de Mundo Dulce, un joint venture con Bimbo, que los llevó a instalar una planta en Toluca dedicada a caramelos.
En el Candy Industry’s Global Top 100 List (febrero de 2010) Arcor ocupó el lugar 14 a nivel global, un puesto abajo de Meiji Holdings Inc., de Japón, y uno delante de la rusa United Confectioner. Notable si se piensa que ambas poseen mercados internos de 127 y 142 millones de habitantes, respectivamente, contra 40 millones de Argentina. Una explicación es la que da el mismo presidente de Arcor, Luis Pagani, que suele recordar que, Argentina tiene el segundo consumo per cápita más alto del mundo en el rubro de galletitas.
Inflación agridulce. En Argentina el crecimiento de la demanda interna favorece a Arcor, aunque el tema de la inflación que ha venido escalando en los últimos años posee sus aristas. “Tenemos un estimado de IPC en el rubro alimentos del 22% a 23%, aunque hay que decir que inciden las carnes, que han aumentado más que otros productos”, dice Schuff. En ese entorno, en general, “se ve más incremento de facturación por precio que por cantidad, porque la demanda se ha desacelerado respecto de 2010 con el rebote”. Catri, por su parte, dice que la compañía no se ha visto afectada hasta ahora porque “en el mercado local han logrado traspasar el peso de la inflación a precios”. En este aspecto, en la prensa Arcor ha sido criticada por un presunto aprovechamiento de su posición dominante, en particular, en el rubro de enlatados.
Al igual que el resto de la industria alimentaria, la compañía sufre la presión gubernamental para acatar los acuerdos de precios impuestos a algunos productos considerados de consumo básico. Esto, paradojalmente, ha servido para promover estrategias de segmentación de alta rentabilidad, puntualiza Schuff: “Debido a los acuerdos de precios, muchas compañías han elegido como estrategia lanzar productos premium alejados de esos acuerdos: en vez de un lácteo común, uno de mayor fortificación, por ejemplo”.
Casualidad o no, Arcor impulsa desde hace un año un cobranding con Coca-Cola. Son solamente dos de un abanico extenso de producto: el helado de Fanta y los caramelos (y chicles) con sabor a Sprite. Al parecer es una estrategia sostenible, y directivos de Arcor dijeron que se habían superado en un 10% los objetivos originales.
Qué duda cabe que Arcor es una compañía que pisa sobre seguro. A largo plazo, eso sí habrá que ver cómo se adapta a la reacción creciente contra la obesidad infantil y juvenil, con la cual se tenderá a restringir el consumo de azúcar.