El actor presentó su nueva película, Relatos Salvajes, dirigida por Damián Szifrón, y compartió su visión sobre la violencia cotidiana y la construcción de un personaje siniestro
Ricardo Darín es un águila. Tiene una mirada penetrante y una presencia ineludible en cualquier habitación en la que se encuentre. Al menos así lo considera el director argentino Damián Szifrón, quien en los créditos iniciales de su última película, Relatos Salvajes, representa a cada actor de su elenco como una figura animal. A Darín, probablemente el actor más celebrado en la última etapa del cine argentino, le tocó el ave rapaz.
Relatos Salvajes es el nuevo largometraje del creador y guionista de las series televisivas Los simuladores y Hermanos y detectives. Szifrón había probado suerte en el cine con el largometraje Tiempo de valientes (2005) y, casi 10 años después, el cineasta decidió volver a la pantalla grande y de una manera impactante.
Con un elenco conformado por actores de la talla de Óscar Martínez, Leonardo Sbaraglia, Érica Rivas, Rita Cortese, Julieta Zylberberg, Darío Grandinetti y el propio Darín, la película consiste en seis historias diferentes no conectadas en las que los protagonistas son puestos al límite de su cordura y decencia, en situaciones cotidianas que toman un giro oscuro.
La película fue producida por Pedro y Agustín Almodóvar y fue ovacionada de pie al proyectarse en la última edición del Festival de Cannes. En Argentina se presentó esta semana y se estrenará el 21 de agosto en Uruguay.
El relato protagonizado por Darín, titulado Bombita, cuenta la historia de Simón, un ingeniero experto en demoliciones cuya vida se ve alterada cuando su auto es injustamente guinchado, lo que le hará perder el cumpleaños de su hija y adentrarse en un oscuro remolino contra la burocracia argentina. Como si de un día de furia rioplatense se tratase, Darín retrata a un hombre que decide tomar otro camino para enfrentar las adversidades de la vida social: el de la violencia.
“Es el personaje más siniestro de todos. Posiblemente sea con el que más nos identificamos. Es difícil encontrarse con alguien que no se haya sentido avasallado. Todo el mundo ha sido ninguneado alguna vez. Basta con estar tratando de convivir con la cantidad de gente que vive en las grandes ciudades. Los cruces, el tránsito, las autoridades. Hay una sensación permanentemente que no somos suficientemente respetados”, explica el actor sobre su rol, durante la presentación a la prensa de la película.
Trabajar por primera vez en una película con Szifrón lo ha dejado satisfecho, afirma. El actor de El secreto de sus ojos siente que la película logra en el espectador algo que para él no sucede siempre: reflexionar.
“El ejercicio que él hace es que, si vos lo mirás con detenimiento después de haber atravesado esa montaña rusa emocional donde te reís y te impactás o te asombrás o te deprimís, la sensación que a mi me queda es que no te queda más remedio que reflexionar. No te queda más remedio que mirar para adentro y pensar en qué momento me vi involucrado en una situación similar y puede haber contribuido al desencadenamiento de la violencia”, indica.
La violencia es una temática en común en todas las historias de Relatos Salvajes. En el caso de Simón, el personaje que interpreta Darín se encuentra ante una faceta cada vez más agresiva que surge a través de la impotencia causada por su lucha con instituciones administrativas como la oficina de tránsito de la ciudad.
“Estamos acostumbrados a juzgar la violencia en términos físicos. Nos asustamos cuando sangra. Ahora si vos tenés un dolor psicológico-emocional en el pecho, como yo no me entero, no lo considero. Hay una acumulación, una serie de eventos y acontecimientos que van marcando el temperamento de la persona”, opinó.
Si bien la historia del ingeniero no es la inicial ni la más larga de la película, es en la que transcurre un mayor tiempo narrativo, lo que permite que el personaje de Darín haga una evolución de padre trabajador a un justiciero social, a través de una acción determinante en el relato.
“Creo que Damián (Szifrón) hizo con esta historia un compendio exagerado de situaciones en las que nosotros normalmente por educación y sensibilidad no reaccionamos y decidimos frenar. Él se ha permitido un ejercicio que nos propone cuestionarnos ¿qué pasa si uno va más allá?, ¿qué pasa si uno no frena?”.
Ante una pregunta sobre el hecho de ser una de las figuras más reconocibles mundialmente del cine argentino, el actor intentó dejar de lado su creciente popularidad. “No es cierto. Acá se hacen 100 películas por año. Yo hago una, a lo sumo. Hay mucho material, talento y gente que trabaja permanentemente. Se ponen esos rótulos cuando la visibilidad toma la cara de una persona, entonces es más simple y expeditivo. Pero no es justo. No me puedo sentir ni responsable ni con el peso de eso. Quiero que le vaya bien a todas las películas que uno considera que están buenas”, explicó.
Para Darín, actualmente el cine, tanto argentino como internacional, es una industria que se encuentra amenazada. “Hoy las películas de dibujos animados y los efectos especiales nos están desplazando. La única resistencia de los actores es el teatro. De ahí no nos van a poder sacar nunca”, afirmó.
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