Elena Soaje, egresada de Contaduría del ITESO, abrió una escuela para enseñarles robótica a los niños, divertirlos y quitarles el miedo a las matemáticas.
A los más pequeños, de no más de seis años, se les ve moverse de aquí para allá llenos de harina y con las manos metidas en montones de materiales mientras imaginan, guiados por su profesora, ideas que plasmarán en papel o en sencillas estructuras.
En otro salón están los “avanzados”, que con un par de años más a cuestas ya crean con sus piezas de Lego aviones, autos, dinosaurios o barcos que todavía no se mueven por sí solos, pero pronto lo harán.
En el salón de los “grandes” nadie rebasa los 14 años –excepto, claro, la profesora o el profesor en turno, educadoras y especialistas en robótica o ingeniería mecánica– y ya aprenden a programar y a colocar los motores y las piezas necesarias que les permitirán convertir en robots a esos dinosaurios y coches que previamente crearon en sus mentes.
Esto es Robocrea, la escuela de robótica para niños impulsada desde 2010 por Elena Soaje, egresada en 2003 de la Licenciatura en Contaduría Pública (hoy Contaduría y Gobierno Corporativo) del ITESO, quien como gerente de finanzas de una empresa local trabajó codo a codo con el departamento de recursos humanos y se percató de una triste realidad: a la compañía le costaba trabajo encontrar buenos ingenieros en Guadalajara, conocida ya como el Sillicon Valley mexicano debido a la considerable cantidad de firmas tecnológicas internacionales instaladas aquí.
“Aquí el problema que tenemos es que los niños no se quieren ir”, dice Soaje y agrega: “Desde chica los maestros te inculcan un miedo a las matemáticas, que porque son complicadas, difíciles, te dicen que no vas a pasar el examen y entonces la gente se va a otras carreras”. Soaje unto a un pequeño grupo de socios ha logrado consolidar a Robocrea.
En sus instalaciones de Rubén Darío llega a tener hasta a un centenar de alumnos durante sus cursos regulares, esto sin contar los cursos que imparten en las primarias y secundarias que con frecuencia se los solicitan.
“Pensé: ‘jugando les vamos a enseñar’. La mayor satisfacción es ver la capacidad de asombro de los niños cuando logran descubrir cosas por ellos mismos. Una vez, un niño de cinco años se acercó y me dijo: ‘maestra, cuando decimos 2 x 2 es una multiplicación, pero también es una suma chiquita, ¿verdad?’”, recuerda Elena.
“¡Caray! Es un niño de cinco años que está llegando a deducir lo que es una multiplicación o que sacan la definición de un engrane y para qué sirven. Aquí el problema que tenemos es que los niños no se quieren ir”.
La metodología de Robocrea está respaldada por el brazo educativo de una de las empresas más prestigiosas a nivel mundial: Lego Education, propietaria de la línea Mindstorms, una de las más populares para enseñarle a cualquier ser humano, tenga la edad que tenga, a construir sus primeros robots.
Empezando por Elena, todos los profesores de Robocrea han sido capacitados por Lego Education para inculcar en los pequeños los cuatro pasos que comprenden su filosofía de trabajo y diversión: conectar, construir, contemplar y continuar.
Una iniciativa reconocida por el MIT
El trabajo de Robocrea ha dado frutos no solamente con los niños. El MIT Technology Review, la revista del Massachussets Institute of Technology, una de las principales instituciones en el mundo de la tecnología, lo reconoció como uno de los diez proyectos más innovadores de México en manos de alguien menor de 35 años.
“Concursamos con un dron que los niños armaron con piezas de lego y lo personalizaron. Había partes del dron que se necesitaba adecuar, las hélices por ejemplo, así que les presentamos ese problema a los niños y ellos diseñaron las piezas que hacían falta y las imprimieron en la impresora 3D que tenemos”, relata Elena.
“Creo que podemos sembrar semillitas para que cuando ellos salgan al medio laboral sean exitosos. El país tiene todo lo que necesita para crecer y sobresalir, y aquí queremos inculcarles a los niños que no sean nada más consumidores de tecnología, sino que en México somos capaces de desarrollar tecnología de alta calidad y exportarla”.
¿Y por qué hay tan pocas niñas?
Dato duro: en la matrícula de Robocrea apenas hay cinco por ciento de niñas.
“Es algo que me duele mucho; hemos tratado de adecuar muchísimas cosas para atraer a más niñas, pero desafortunadamente no hemos tenido mayor impacto en ellas”, reconoce.
“Y lo que más me da tristeza es que las niñas que tenemos, obviamente, son tan o más capaces que los niños, pero yo creo que la educación de la sociedad y los roles que ya están muy definidos las tienen un poquito detenidas”. A la vista de estas cifras, no a muchos padres les surge la idea de llevar a sus hijas a una escuela de robótica.
Por lo pronto, los planes a mediano plazo de Robocrea tienen que ver con convertirse en una franquicia, de manera que cualquier interesado en la república mexicana pueda replicar este concepto e incremente en la mayor cantidad de niños posible el interés por la ingeniería, los robots, las matemáticas o la física.