Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Si el problema de sobrepeso y obesidad es una de las más graves epidemias de la historia en México, y la curva de su prevalencia sigue en ascenso, es evidente que las acciones para contrarrestrarlo no han sido suficientes.
El escenario más delicado es para quienes padecen ya obesidad mórbida –cuando el índice de masa corporal es igual o superior a 40- y que en México la padecen no menos de 2 millones de personas. Es una enfermedad grave que se acompaña de complicaciones como diabetes, hipertensión arterial, dislipidemias (colesterol y triglicerídos alterados), cardiopatías, apnea obstructiva del sueño, artropatía y depresión, sin contar con el rechazo social.
La obesidad mórbida es invalidante, predispone a la aparición del cáncer, acorta considerablemente la expectativa de vida y provoca aislamiento. Aparte triplica el riesgo de muerte en mujeres y lo cuatriplica en varones. Morir por diabetes o infarto cardiaco es 5 a 7 veces más probable para un obeso mórbido que para alguien que no lo es.
Hay una iniciativa en el Congreso que se espera sea aprobada en las siguientes semanas y que parece importante. Se trata de un cambio a la Ley General de Salud (LGS) para incluir a la cirugía bariátrica entre las opciones a las que pueden recurrir las instituciones públicas de salud en los casos de obesidad mórbida cuando con tratamiento médico, ejercicio o cambio de hábitos no se logra respuesta.
La cirugía bariátrica abarca distintos procedimientos quirúrgicos para cambiar la forma en que funciona el aparato digestivo o reducir el tamaño del estómago. Y aunque es de lo más invasiva y requiere hospitalización, el doctor Nelson Rodríguez Huerta, presidente del Colegio Mexicano de Cirugía para la Obesidad y Enfermedades Metabólicas (CMCOEM), asegura es una opción más costo-efectiva. Estudios han demostrado que al reducir quirúrgicamente el exceso de peso se resuelven o mejoran comorbilidades asociadas y en unos 4 años se recupera la inversión frente al costo del tratamiento convencional. De hecho en una alta proporción la diabetes remite.
Si consideramos que el sector salud en México gasta más de US$ 2.413 millones anuales en atender las enfermedades relacionadas con sobrepeso y obesidad; ello, aunado a las pérdidas por US$ 2.500 millones en productividad, los costos de la cirugía bariátrica terminan demostrando mayor efectividad para atacar el monstruo que significa la obesidad.
El doctor Rodríguez Huerta, del CMCOEM, confía en que al ser aprobada próximamente dicha iniciativa en el Senado –pues ha cumplido todos los pasos en ambas Cámaras- sea la base para establecer reglas claras a estas intervenciones y que se asegure su práctica únicamente por especialistas certificados. El problema es que dada su amplia demanda –como bypass gástrico, manga gástrica, banda gástrica, etc- médicos no suficientemente preparados están ejecutándolas con el riesgo que ello implica.
La iniciativa fue presentada desde 2015 por varias senadoras del PRI encabezadas por Cristina Díaz Salazar, y si se aprueba antes de que finalice el presente periodo de sesiones que termina en abril, se habrán dejado las bases para que el Sistema Público de Salud las integre formalmente, porque a la fecha son muy pocos hospitales que la consideran como parte del tratamiento para obesidad. En la ciudad de México, sólo el Hospital Tláhuac y el Rubén Leñero.
Incluirlo en la LGS implica también que las instituciones públicas y privadas cuenten con clínicas especializadas dedicadas de forma exclusiva al tratamiento quirúrgico de la obesidad, infraestructura adecuada para procedimientos de alta complejidad y atención multidisciplinaria. Asimismo deberán asegurar la existencia de materiales, medicamentos y personal capacitado para garantizar la atención de los pacientes que requieren cirugía bariátrica. Y consecuentemente, sanciones para aquel establecimiento que ofrezca estas intervenciones sin apego a la norma.