En México el outsourcing emplea a cerca de dos millones de personas y tiene un valor de US$6.000 millones.
Uno de mis tantos empleos lo obtuve a través del outsourcing o subcontratación. No sabía exactamente de qué trataba, si era algo “bueno” o de plano no me convenía.
Por varias razones era cómodo para ambas partes: el trabajo era temporal (dos meses) y no había necesidad de hacer un gran papeleo. La empresa de outsourcing se encargaba de todo.
La oficina para la que trabajaría no tenía manera de contratarme directamente. Como tal, en su esquema no existía dicho puesto y lo único que podía hacer era destinar cierto presupuesto para emplear a las personas que necesitaba. En este caso, la subcontratación se ajustaba bien a sus necesidades.
Luego de terminar mi contrato de dos meses regresé para trabajar de manera permanente. Una vacante se había abierto, fue también mediante outsourcing.
“Cada quién platica como le fue en la feria”, y desde mi perspectiva, no me fue mal. Al contrario, tuve acceso a un empleo formal con todas las prestaciones de ley (Cotizar al Infonavit, Afore, Seguro Social, Utilidades, bonos de puntualidad y hasta vales de despensa). Pese a que la primera temporada fue de dos meses, los beneficios estuvieron ahí.
Siempre trabajé bajo contrato, y claro, para fines legales mi jefe era la oficina de Outsourcing. La única desventaja era que mi patrón (para el que laboraba), no podía darme una identificación que comprobara que yo trabajaba ahí. Pero todo lo demás funcionaba muy bien.
De hecho, como no tenía tarjeta de débito, la empresa de subcontrataciones se encargó de abrirme una cuenta bancaria para depositar mi sueldo y todos los demás bonos y aumentos se hacían efectivos a través de ellos. Siempre hubo transparencia tanto de por parte del patrón como de outsourcing.
Sin embargo, no todas las personas que han trabajado bajo este esquema corren con la misma suerte. Esta es la razón.
¿Qué es el outsourcing?
Las empresas subcontratistas o de outsourcing son aquellas que brindan servicios a otras compañías para el desempeño o desarrollo de ciertas actividades del proceso productivo, ya sea dentro o fuera de la empresa contratante.
La tercerización es un proceso económico empresarial que transfiere recursos y responsabilidades referentes al cumplimiento de ciertas tareas a una sociedad externa. Básicamente, este esquema es una triangulación para atraer personal. Una empresa emplea y la otra contrata.
En México el outsourcing emplea a cerca de dos millones de personas y tiene un valor de US$6.000 millones. Se espera que haya un aumento del 5% para este 2017.
Gracias a estos crecimientos, la última Reforma Laboral dio reconocimiento absoluto de la industria de capital humano o outsourcing. Sin embargo, dado que muchas de estas empresas aparecían un día y desaparecían al otro, esto generaba incertidumbre.
Con la implementación de la Norma 86, la industria se regulará y generará certeza a los trabajadores. Con la norma en marcha habrá empresas que no podrán cumplir y dejarán de operar.
A través de la Norma 86, las empresas de outsourcing tendrán que certificarse y demostrar las actividades que llevan a cabo. Además, deberán dar de alta los sueldos adecuados para el personal, dar contratos, pagar impuestos, IMSS, Afore, Infonavit e IVA.
Se espera que la norma entre en vigor antes de que concluya el primer semestre del 2017.
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