Se trata de compensaciones que funcionan como recompensas emocionales y que aminora considerablemente la rotación de personal.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), las madres trabajadoras en México son más de 13 millones (73% de la población laboral femenina), de las cuáles casi cuatro millones cumplen con la doble función de trabajar y ser jefas de familia, lo que representa 20% del mercado laboral femenino.
Una encuesta realizada por OCCMundial señala que las madres trabajadoras valoran un empleo que cubra sus necesidades y las de su familia (84%), estabilidad económica y emocional (50%), obtener una vivienda (25%) o comprar un automóvil (25%).
Además, el estudio indica que 54% de los profesionistas se siente satisfecho en su empleo debido al balance vida-trabajo que tienen, uno de los factores más valorados en el plano laboral, principalmente por las madres de familia trabajadoras.
Una de las recomendaciones es ofrecer un salario emocional, es decir, compensaciones que funcionan como recompensas emocionales. Porque aunque éste no es cuantificable, es un factor que aminora considerablemente la rotación de personal. Dichos beneficios intangibles están diseñados para satisfacer necesidades de tipo profesional, personal y hasta familiar.
Los beneficios que las empresas pueden ofrecer y los empleados valoran son: incapacidad laboral, permisos para atender necesidades escolares y de salud de los hijos, flexibilidad de horarios, programas de lactancia, guardería, trabajo de medio tiempo o home office.
Beneficios que forman parte del salario emocional, lo que es de suma importancia para la retención de talento y desarrollo de carrera de las madres trabajadoras, ya que 80% de los profesionistas opina que la maternidad y tener mayores responsabilidades en el entorno familiar son los principales obstáculos a los que se enfrentan las mujeres para desarrollarse profesionalmente.
Finalmente, los profesionistas mexicanos considera que los factores que más limitan el acceso de las mujeres a puestos de liderazgo, además de estereotipos de género y la discriminación, son la ausencia de políticas laborales que favorezcan el equilibrio de la vida laboral con la familiar (27%) y las dificultades para compartir responsabilidades laborales con domésticas y el cuidado de los hijos (17%).