Por Federico Carrera, managing partner en High Flow - Grupo DNA.
Los salarios argentinos perdieron poder adquisitivo por tercer año consecutivo. Desde el 2018 la inflación y la devaluación lo han castigado en diferentes momentos del año, con muy poca capacidad de respuesta por parte de los directivos para pelear aumentos con las casas matrices y en contextos imprevisibles, envueltos por cuestiones políticas y electorales.
Cuando comparamos el salario en dólares de un argentino con el de sus pares en la región vemos que pueden llegar a ser la mitad de la de los chilenos y por debajo de colombianos y peruanos, llegando a ser el más bajo de los países analizados. Para hablar de salarios en Argentina, debemos hablar de inflación.
Desde el 2010 que la inflación de Argentina es de alrededor de 20% como mínimo, lo cual nos ubica en 10 años seguidas de aumento sostenido y generalizado de los precios. Cuando los aumentos salariales son por debajo del valor de la inflación, el que pierde es el bolsillo del empleado, que con su sueldo puede comprar menos bienes y servicios.
En 2018 el salario en Argentina perdió un 10% de su poder adquisitivo y luego un 10% adicional en el 2019 debido a este factor. El fenómeno inflacionario ha sido una constante histórica en el país, llegando en los últimos 2 años a cifras récord, 47,6% y 53,8% respectivamente. Ante este escenario, el presupuesto de ninguna empresa logró acomodar sus cifras para siquiera igualar los ajustes salariales a la inflación.
Pero no sólo el aumento generalizado de los precios afectó de manera directa a los argentinos, sino que con las devaluaciones que siguieron a los ajustes del tipo de cambio, el salario real se vio nuevamente golpeado. Y esto tiene relación directa con el valor del peso en función del dólar, lo que muchos analistas traducen en confianza.
Las políticas restrictivas del nuevo Gobierno para girar divisas al exterior y el nivel de endeudamiento han llevado a que el riesgo país supere los 2.000 puntos, haciendo que la volatilidad sea cada vez mayor. Aun cuando para los argentinos el escenario económico fluctuante es moneda corriente, las medidas políticas obligan a que cada vez más argentinos encuentren que la respuesta a sus problemas salariales sea en el aeropuerto internacional de Ezeiza. Cada vez son más los que buscan trabajo en el exterior y quieren irse del país.
Así, en marzo de este año la pandemia vino a sumar un nuevo elemento a este escenario de incertidumbre. Con la prohibición de despidos sin causa o bajo pretexto de fuerza mayor, muchas empresas están sufriendo el impacto en sus resultados de un modo directo, no han logrado bajar sus costos fijos, y soluciones similares se han implementado en Perú, por ejemplo. Aunque en Chile, la opción de suspender temporalmente a colaboradores fue una
solución bien recibida por el empresariado, que a esta alguna de octubre ya ha reincorporado a la gran mayoría.
De esta forma, el impacto de la crisis en los salarios aún no se hace patente en Argentina, que vio frenada su inflación y su nivel de actividad tanto que recién a esta altura del año se están realizando los primeros ajustes más relevantes en los salarios, mientras que en países como Chile, Brasil, Perú y Colombia, se redujeron entre un 5% y 10%.
Sin embargo, pasada la contingencia, se espera un ajuste a la baja relativa de los salarios como sucederá en gran parte de la región, que otra vez será representada por un ajuste salarial que no cubre toda la inflación del 2020. Cuando analizamos los bonos de fin de año, se verá una reducción de este componente variable, debido a la baja de los resultados de la mayoría de las empresas, exceptuando a las digitales, que fueron las ganadoras.
En vistas del año próximo, cuando todas las economías globales y de Latinoamérica hayan terminado el 2020 con una contracción de su PBI, la recuperación de la producción de bienes y servicios van a ser la tendencia. De todos modos, las expectativas en el 2021 serán moderadas porque la proporción del crecimiento no va a ser igual a la caída sufrida y recién en el 2022 los países como Brasil, Chile, Perú y Colombia, además de Argentina, van a poder analizar los resultados de esta pandemia, dejando atrás las réplicas del COVID -19 y con sociedades que tendrán nuevos paradigmas de trabajo, empleados con nuevas motivaciones y empresas transformadas digitalmente.