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Salvador Alva, presidente del Tecnológico de Monterrey: “No podíamos darles una educación tradicional a quienes persiguen sus sueños”
Lunes, Diciembre 18, 2017 - 15:08

Hace tres años se tomó la decisión de hacer un cambio total del sistema educativo de esta universidad mexicana. Hoy está innovando y encabeza las listas top 10 de las mejores casas de estudios de América Latina.

En 2011, Salvador Alva asume este cargo tras sembrar una sólida trayectoria. Por 24 años estuvo encabezando diversas divisiones de PepsiCo, para luego en el 2005, ocupar la presidencia a nivel latinoamericano. La revista Fortune lo reconoce ese mismo año como uno de los líderes de minoría más influyentes en Estados Unidos.

Fundador, además, de la incubadora de negocios Novo Capital, autor de los libros “Tu Vida Tu Mejor Negocio” y “Empresa Admirada: La Receta”, y tras cinco años como cabecilla del Tecnológico de Monterrey, ha logrado generar una transformación profunda dentro del sistema educativo. Cambió la infraestructura y la visión y revolucionó el modelo preexistente, logrando posicionar a la universidad dentro de las mejores de América Latina.

El pasado 11, 12 y 13 de diciembre, su institución fue sede de la cuarta versión del Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE), logrando reunir a 3.064 asistentes de 28 países en el Campus de Monterrey. Una instancia donde América Economía tuvo la posibilidad de entrevistarlo y consultarle respecto a la educación en la región y el modelo educativo que que lidera la universidad.

-¿Cuál es la situación actual en la región respecto a la innovación educativa?

La primera pregunta es, ¿realmente hay una región? Nos une un idioma pero las diferencias que hay entre los países son fuertes. Nosotros creemos que hay un trabajo colaborativo, pero una unión realmente nos hace mucha falta. Y también hay otro tema, cuando tú revisas las universidades del mundo, son escuelas de investigación cuyo motivo también es atraer talento, el mejor talento del planeta, luego logran retenerlo y finalmente generan este boom de innovación.

Si observamos las universidades top 10 de Latinoamérica, que dos están en Chile, una en Buenos Aires, dos en Brasil, dos en México, cuando ves la cantidad de estudiantes extranjeros que tenemos, en México es de un 0.3% y me atrevería a decir que los números son muy bajos en toda la región. Nuestros países han sido abiertos a mercancías pero cuando hablas de apertura al talento, aún son cerrados. Yo creo que cuando estamos hablando de que el mundo se está moviendo hacia una economía del conocimiento, es una lucha por el talento y me atrevería a decir que todos nuestros países son exportadores de talento, del talento bien preparado cuyo porcentaje es importante. En el caso del Tecnológico de Monterrey, el 24% de nuestros exalumnos están fuera del país, podemos ver que están teniendo un éxito en sus vidas pero no están contribuyendo a la economía de México.

-¿Qué está pasando con las universidades latinoamericanas que no están logrando potenciarse entre ellas?

Lo que está sucediendo es que esta es una de las regiones más desiguales del mundo, lo que significa que la riqueza está muy concentrada y si te pones a ver, México y Brasil son lugares donde la concentración todavía es de las más altas. Entonces, esta clase acomodada que tiene la oportunidad de tener acceso a las mejores universidades generalmente lleva a sus hijos a éstas y un porcentaje termina viviendo afuera. La brecha que estamos generando en estos países es enorme porque son naciones de poca movilidad social. Si tú naces en un estrato socio-económico bajo, la probabilidad que con tu esfuerzo puedas crecer se está volviendo muy complicado.

-Respecto al Tecnológico de Monterrey, ¿cómo ha avanzado con respecto a la innovación? ¿Qué medidas han implementado en la universidad y cuáles son los últimos avances?

El Tec tiene una ventaja y es que establecimos una visión. Una visión muy pequeña, muy simple en su contexto pero al definir que queríamos ser una universidad donde formamos líderes con espíritu emprendedor, nos dimos cuenta que un emprendedor es un soñador. No podíamos darles una educación tradicional a quienes persiguen sus sueños y entonces nos fuimos a ver quienes estaban innovando en educación en todo el planeta.

Nos dimos cuenta que el que menos está innovando es Estados Unidos. Vimos que había universidades en Asia que hace 40 años estaban muy mal y por ejemplo en Singapur, dos actuales universidades top 10 del mundo, empezaron a crear recintos diferentes para atraer talento, mucho más incluyentes. Pensamos por qué no empaquetar esas ideas y generar un movimiento de cambio sin esperar 5 o 10 años.

-¿En qué se basaba esa transformación?

Ese cambio se basaba fundamentalmente en que veíamos que el Tec era buena universidad, bien posicionada en México. Por otro lado, nuestros exalumnos eran los líderes del 25% de las mejores empresas del país por ranking pero nos decíamos, el país tampoco está mejorando, qué líderes estamos formando. También nos dimos cuenta que no estamos creando empresas que transformaran al mundo entonces, fue ahí cuando dijimos, oye nosotros podemos quejarnos de nuestros gobiernos pero esta es una universidad privada sin fines de lucro creada hace 74 años por un emprendedor de Monterrey y entonces, por qué no cambiarla.

Le dije al consejo por qué no intentamos cambiar toda la universidad, repensarla. Uno de los cambios era romper todo el modelo educativo pero también dejar de ser una universidad de elite económica porque al depender de las colegiaturas, nosotros no teníamos la posibilidad de tener estudiantes de bajos ingresos. Dijimos, necesitamos tener a los mejores talentos, no las mejores calificaciones sino los mejores talentos sin importar el nivel socioeconómico y segundo, necesitamos tener el modelo más disruptivo de educación que existe. Esas dos simples ideas las empezamos a plantear con el mundo académico y empezó a generar emociones, y nos dimos cuenta que podíamos intentar hacer ese cambio.

Cambiamos la forma de organizar, cambiamos los valores y empezamos también a darnos cuenta que no era un cambio que puedas decretar por dictamen. Yo desde el primer día que llegué, rompí filosóficamente mi oficina para sentarme en un escritorio igual al de todos y hoy esa cultura está emergiendo, pero no por imposición. Hicimos un cambio de todo el inmobiliario de los salones con una inversión de más de US$80 millones. Cambiamos la forma tradicional de trabajar. Definimos que el jefe de esta institución no era Salvador Alva sino los estudiantes, cambiamos una organización por procesos a partir de lo que ellos necesitaban para trascender en la vida.

-¿Cómo podría describir el actual modelo educativo?

Es basado en retos de aprendizaje. Hace 120 años a alguien se le ocurrió que el método de casos podía revolucionar, pero hoy los casos son historias del pasado. La mayoría de las universidades comenzaron a utilizar los casos de Harvard que fue la universidad que se hizo famosa por eso y hoy decimos, los casos no explican el futuro. Hoy son retos de aprendizaje los que no tienen respuesta, pues tomamos la decisión que todo el modelo iba a ser en base a retos.

Segundo, dijimos que cada carrera iba a ser diferente. Hoy le llamamos a nuestra forma de universidad, “pocas entradas, muchas salidas”. Los alumnos entran a seis trayectorias, pero la verdad es que al entrar ahí los tres primeros semestres escogen lo que quieran, y si deciden cambiarse de un lado a otro lo puede hacer. Ya en el cuarto semestre les pedimos que escojan lo que quieran estudiar para que puedan obtener un certificado concreto. Al final, puede ser alguien que le interesa mucho un área de conocimiento o quiera ser un ingeniero con esfuerzos de venta o de logística. Los títulos van a tener una base para poderlo traducir al mundo real pero los estudiantes se van a graduar por competencias, porque lo más importante es qué hiciste para demostrar que tienes la competencia. Además, queremos ser la primera universidad en el mundo que establece como obligatorio tener una experiencia internacional.

-¿Qué apoyo económico entrega la universidad a quienes no pueden costear la carrera y sobresalen en emprendimiento e innovación?

En el caso de ellos creamos un fondo de US$300 millones pagados por la sociedad civil, las familias, y el Tec. Con este dinero básicamente los jóvenes de nivel socioeconómico bajo entran a un programa llamado “Líderes del mañana”, donde seleccionamos a los mejores. Y lo más importante es que ya se van a graduar los primeros y estos tienen un compromiso moral de que cuando la vida les pague, ellos van a ser lo mismo.

Tenemos la confianza que vamos a comenzar a crear un círculo virtuoso en donde hoy son casi mil estudiantes, pero la idea en que en algún momento dado tengamos un movimiento importante porque estos jóvenes que están en el nivel más bajo de la escala socioeconómica, en cuatro años suben al nivel 9. So proyectas los ingresos que va a tener, adquiere una tasa de retorno de inversión del 38%. Un muy buen negocio.

-¿Cuáles son los próximos desafíos del Tecnológico de Monterrey?

Hoy hace cinco años hicimos un plan 20/20 que ya está terminando y estamos trabajando en el plan 20/30. Yo creo que se va a ser fundamental en varios temas pero el que más me entusiasma es el florecimiento humano. Los seres humanos hoy vienen a la universidad encontrando un sentido de propósito y de vida, la tecnología está ahí para prepararlos pero lo más importante es qué van a ser para florecer como cuestionadores y para no solamente ser dueños de sus vidas sino poder ayudar a los demás.

Si logramos eso estaremos construyendo a los líderes que van a transformar el mundo. Vamos a generar una reputación y un círculo virtuoso, pero lo que más me entusiasma es el florecimiento humano como esencia de la universidad.

Autores

Josefina Martínez