Según lo concluido en el Foro Económico Mundial 2017, es el momento oportuno para forjar liderazgos responsables.
Para nadie es un secreto que vivimos en tiempos muy frenéticos. Entre chats, correos electrónicos, alertas noticiosas de último minuto y redes sociales, estamos conectados las veinticuatro horas del día.
La revolución tecnológica ha devuelto la voz a las personas que, hoy, más que nunca, se sienten empoderadas para decir lo que piensan, sienten, favorecen o critican.
Esto se hace todavía más patente en un entorno global donde reina la inestabilidad. Si hace algunos años decíamos que vivíamos en la era de la híper-transparencia, hoy día podemos decir que hemos transitado hacia la era de la desconfianza.
En el último barómetro de confianza de la consultora Edelman, queda reflejado que los recientes movimientos populistas en Estados Unidos y Europa se han alimentado de la falta de confianza en el sistema y en los miedos económicos y sociales, incluyendo la corrupción (40%) y la inmigración (28%).
Estamos ante una ciudadanía dispuesta a romper con los esquemas tradicionales. Ya no basta con campañas de marketing bien intencionadas, para las organizaciones es el momento de involucrarse y tomar posiciones que conecten con los intereses y las realidades a las que se enfrenta la gente.
En este sentido, podemos decir que estamos pasando por un momento oportuno para generar cambios y, como ha quedado demostrado en el Foro Económico Mundial 2017, forjar liderazgos responsables y receptivos en todos los ámbitos de la sociedad.
Para cumplir este rol, es necesario que las organizaciones sean:
Más transparentes. En un entorno donde escasea la confianza, la transparencia es la mejor forma de mostrarse tal y como son.
Más receptivas. Tienen que ser capaces de escuchar lo bueno y lo malo, digerirlo y reenfocar su estrategia de ser necesario.
Congruentes. De nada vale comunicar lo que se hace bien si se comprueba que no es real. Toda acción de comunicación debe estar respaldada por hechos. La simulación ya no engaña a nadie.
Precisas en sus mensajes. Una ciudadanía empoderada detecta fácilmente cuando una organización intenta moldear un argumento. Hay que tener claridad en lo que se dice y en cómo se transmite.
Estos elementos construyen un muro, capaz no solo de frenar una crisis de reputación para la organización sino, lo que es más importante, de evitarla. Se trata de un muro transparente, construido con ética y rigurosidad, con lo necesario para ganarse la confianza de una ciudadanía cada vez más escéptica y recelosa.
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