Es uno de los principales delatores de la edad, pero aún así suele ser una zona poco atendida.
Solemos pasar por alto su cuidado, quizás porque nuestra atención se concentra en el rostro. Debemos tratarlo con esmero, dedicarle tiempo, saber que necesita ayuda. Es importante consentirlo porque es el principal delator de la edad. ¿Qué podemos hacer para evitar su flacidez y envejecimiento?
Hay una diferencia entre la flacidez y la papada. La primera es la que vamos a atacar con los ejercicios que proponemos a continuación. Todos son fáciles de hacer, incluso, de tanto repetirlos, se quedan grabados en la memoria. La segunda es ese bultico que, a pesar de que estiremos mucho la piel, permanece ahí. Es difícil reconocerlo, pero cuando nos pasa significa que tenemos exceso de grasa. Hace poco en Estados Unidos se probó con éxito la mesoterapia, un método que no es invasivo con las personas que precisan ayuda para bajar esa incómoda grasa localizada. Mientras llega al país, podemos iniciar con los siguientes movimientos:
Ejercicio 1
Sostengamos la quijada en esta posición durante 10 segundos. Sentiremos bajo el mentón toda la fuerza. Debemos hacerlo 15 veces, sin perder la paciencia. Con los días verás que es fácil de practicar.
Ejercicio 2
Es similar al anterior, con la salvedad de que vamos a ejercer con la mano presión hacia atrás. Debemos sostenerlo con fuerza. De inmediato empezaremos a notar el efecto en la zona del cuello.
Ejercicio 3
Nuevamente levantamos el mentón, como si estuviéramos contemplando un avión que atraviesa el cielo. Sacamos la lengua para tocarnos la nariz. El objetivo es tensionar los músculos del cuello.
Ejercicio 4
En esta cuarta actividad replicaremos el anterior, pero con la lengua hacia abajo. Es muy sencillo y lo podemos realizar en cualquier momento y lugar. Es clave repetirlo en varias ocasiones.
Ejercicio 5
Esta práctica se hace sonriendo, de forma exagerada, como si nos hubieran contando el mejor chiste. Esa sonrisa debe recargarse en la parte inferior de la cara. Debemos llevar las comisuras a la altura de las orejas. Una vez lo hemos hecho despacio, para no perder el impulso, procederemos a realizarlo rápido y constante.
Ejercicio 6
Pronunciando palabras y letras podemos ayudar a la piel. Debemos decir “un” y luego “equis”, de modo forzado y reiterado. Este ejercicio involucra todos los músculos que hacen posible la dicción. En la primera parte vemos cómo alargamos los labios y en el segunda percibimos que el cuello se tensiona de manera efectiva. Si llegamos a cansarnos, pensemos en los beneficios que en poco tiempo se notarán. En la mayoría de casos, los efectos son evidentes.