La académica de Nutrición y Dietética de la Universidad San Sebastián, Daniela Maraboli, también explica por qué es malo para la salud consumirla en exceso.
La hipertensión arterial es un factor de riesgo importante de las enfermedades cardiovasculares, en especial de los ataques cardiacos y los accidentes cerebrovasculares. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2008 fallecieron 17,3 millones de personas afectadas por enfermedades cardiovasculares, lo que representa un 30% de todas las muertes registradas en el mundo. Asimismo, los datos indican que la disminución de la ingesta de sal reduce significativamente en la presión arterial.
La sal es un compuesto químico formado por un 40% de sodio y un 60% de cloruro. Es el principal vehículo para que el organismo ingiera sodio, micronutriente necesario para procesos químicos como la regulación de presión arterial, mantención del volumen sanguíneo y balance hidroelectrolítico, entre otros.
“Lo primero que se debe tener en cuenta es que existen distintos tipos de sal (de mar, refinada, industrial o de mesa, y yodada). Se encuentra en forma natural en algunos alimentos, como carne y leche. Además, muchos productos procesados lo tienen en cantidades mayores, ya que se utiliza como conservante”, revela la académica de Nutrición y Dietética de la Universidad San Sebastián, Daniela Maraboli.
La nutricionista explica que “los riñones son los encargados de excretar los productos de desecho del organismo. Sin embargo, pueden eliminar solo una parte del exceso de sodio, es decir, si ingerimos grandes cantidades de este mineral se produce una acumulación en el organismo, lo cual conlleva a desórdenes en el volumen intracelular y como consecuencia de esta acumulación de sodio obtenemos elevados niveles de presión arterial, edema (acumulación de líquido) y mayor exigencia para órganos (corazón, hígado y riñones) por activación de mecanismos de adaptación para tratar de contrarrestar los efectos producidos”.
¿Cuánta sal se debe consumir?
La OMS recomienda que su consumo en adultos sanos debe ser de 5 gramos al día, es decir, 1 cucharadita rasa de té, lo cual equivale a 2 gramos de sodio. En tanto, no se debe agregar en las preparaciones de niños menores de 2 años. Para reducirlo la especialista recomienda elegir alimentos no industrializados, preferir los que en su forma natural lo poseen y sobre todo evitar dejar el salero en la mesa mientras se come.
“No es bueno agregarle sal a los alimentos al prepararlos, ya que debido a que el contenido de sodio de los alimentos en su forma natural es suficiente para las funciones que desarrolla. Además, muchos de los productos que consumimos la contienen como preservante, por lo tanto, agregar sal adicional es dañino e innecesario. Excluir de nuestra dieta la sal de mesa no generará ningún déficit de este micronutriente en nuestro organismo”, agrega.
Recomendaciones
Finalmente la académica de la Universidad San Sebastián, Daniela Maraboli, entrega los siguientes consejos:
- Aprender a seleccionar alimentos, prefiriendo los de origen natural para realizar preparaciones y evitando exceso de preservantes por su alto contenido de sodio.
- Cocinar en casa y evitar “comida chatarra” por el alto contenido de sal.
- Preferir colaciones saludables, fruta entera o “snack saludables”, como frutos secos al natural.
- Quitar el salero de la mesa.
- Preferir aliños naturales (especias) como orégano, eneldo, ajo, entre otros, para sazonar las comidas, en vez de caldos industriales.
- Consumir líquidos en forma de agua pura, infusiones de hierbas o agua de cocción de frutas, evitando jugos en sobre y bebidas gaseosas por su contenido de sodio.
Se debe recordar que la transición en materia alimentaria debe ser paulatina para generar adherencia a estos cambios.