Un empleo muy estresante puede provocar cantidades excesivas de ansiedad y tensión que pueden manifestarse mediante padecimientos físicos.
Los estudios demuestran que nuestro cuerpo y nuestro cerebro tienen problemas para distinguir entre el tipo de estrés provocado por el peligro real (un incendio en casa) y el peligro percibido (un jefe que exige demasiado).
En respuesta, nuestro cuerpo libera hormonas y sustancias químicas para acelerar nuestro ritmo cardiaco, aumentar la presión sanguínea y estimular nuestros músculos. Nos volvemos más alertas y sensibles, lo cual es apropiado cuando estamos en peligro.
Sin embargo, nuestro cuerpo no puede mantener ese nivel de disposición durante períodos prolongados de tiempo. Después de un rato, comienza a funcionar mal. Eso puede dar como resultado cualquier padecimiento, desde dolores de cabeza crónicos hasta náuseas e insomnio o enfermedades más serias, entre ellas infartos, hipertensión y derrames cerebrales.
Así que si nos encontramos en el tipo de empleo que da como resultado un golpe a nuestra salud, debemos tomar medidas intencionales para mejorar nuestro cuerpo y nuestra mente. Si has estado sufriendo de una serie constante de enfermedades provocadas por el estrés, puede ser difícil identificar el origen. Considera llevar contigo un pequeño diario o un juego de tarjetas para notas.
Al inicio de tus síntomas físicos, anota lo que te está sucediendo y lo que ocurre en tu entorno. ¿Le estabas escribiendo un correo electrónico a un cliente difícil? ¿Te estabas preparando para una reunión con tu jefe? ¿Qué estabas pensando en ese momento? Lo que te hará sentir mejor dependerá en gran parte de lo que te está enfermando (literalmente).
Algunos buenos consejos para comenzar son:
1. Ejercita tu cuerpo y tu mente. Ejercitarte funciona como una operación de prueba de estrés para nuestros sistemas fisiológicos, de acuerdo con la Asociación Fisiológica Estadounidense. Se comunican entre sí, como sucede cuando estamos ansiosos, por lo que se hacen más eficientes en el proceso. La meditación es otra técnica común para reducir el estrés, pues nos permite mejorar la conciencia y la objetividad.
2. Establece límites que te sirvan. Haz un inventario de tus propios puntos débiles de estrés y establece límites. La Fundación Nacional del Sueño recomienda alejarte de los aparatos electrónicos una hora antes de ir a la cama.
3. Expresa tus pensamientos. En mis charlas con clientes que están experimentando estrés laboral significativo he notado que a menudo una conversación honesta con un jefe o colega puede proporcionar un alivio inmenso.
4. ¿Es hora de renunciar? Si el estrés en el trabajo te está provocando dolor físico real y sientes que continuará a pesar de tus mejores esfuerzos, podría ser hora de renunciar. Si la respuesta es sí, vete. Si la respuesta es no, recuérdate que permanecer en un empleo es una elección, a pesar de sus inconvenientes, y ahí también podrás encontrar poder.
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