Con estos equipos, si los usuarios dan positivo por COVID-19, los dispositivos deben entregarse a las autoridades para que extraigan los datos de otras personas que hayan estado potencialmente expuestas al virus.
Singapur comenzó a entregar dispositivos de seguimiento de contacto de tamaño de bolsillo para el coronavirus a los residentes el lunes, como parte de un despliegue planificado a nivel nacional para ayudar a la ciudad-estado a reabrir su economía de manera segura.
Al igual que una aplicación para teléfonos inteligentes anterior lanzada por el gobierno, los tokens en forma de caja usan señales de Bluetooth para registrar dispositivos cercanos y almacenar datos encriptados de los contactos cercanos de los usuarios.
Si los usuarios dan positivo por COVID-19, los dispositivos deben entregarse a las autoridades para que extraigan los datos de otras personas que hayan estado potencialmente expuestas al virus.
Si bien el gobierno planea la distribución universal de los tokens, se ha dado prioridad a los residentes mayores porque es menos probable que tengan teléfonos inteligentes y, por lo tanto, posean la aplicación existente. También son más vulnerables a la enfermedad.
Las autoridades dicen que la aplicación de rastreo de contactos ha sido descargada por aproximadamente el 40% de los residentes, aunque ha encontrado problemas, especialmente en dispositivos Apple donde su sistema operativo suspende el escaneo de Bluetooth cuando la aplicación se ejecuta en segundo plano.
Aplicaciones similares en lugares como Israel y Corea del Sur han planteado preocupaciones sobre la privacidad, pero Singapur ha dicho que su token de rastreo de contactos almacenará datos localmente durante no más de 25 días y que no tiene conexión a Internet o celular.
Singapur no ha hecho que la aplicación o el token sean obligatorios, pero ha instado a los residentes a usarlos cuando están fuera de sus hogares.
La isla del sudeste asiático ha registrado más de 57.000 casos de COVID-19, principalmente en dormitorios de trabajadores migrantes abarrotados, pero solo 27 personas han muerto a causa de la enfermedad, una de las tasas de mortalidad más bajas del mundo.
"No soy bueno en tecnología", dijo Noor Rahmat, de 60 años, una de las decenas de residentes mayores que hicieron cola en un centro comunitario el lunes para recoger los dispositivos que se pueden usar en el extremo de un cordón o llevar en una bolsa de mano.
"Tenemos que seguir las reglas, esto es para tu beneficio y el de los demás".