Aunque la actividad está regulada internacionalmente, el tráfico evade los controles gubernamentales.
Esta semana se dio a conocer un investigación que sitúa a Singapur como el segundo mayor comerciante de aletas de tiburón del mundo, superado por Hong Kong.
Las ONG Traffic junto a la WWF emitieron un informe en el que se destaca que el país "exporta" US$50.4 millones, importando a su vez otros US$65 millones. Al menos cinco especies de escualos, entre ellos el tiburón conocido como "pez martillo" son asesinados cada año para extraer solamente sus aletas, un producto que luego es la base de una sopa que alcanza altos precios en toda Asia y algunos países de Europa.
Todos estos tiburones están desde hace años en la lista de especies amenazadas de la lista roja de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).
A partir del 14 de septiembre de 2014, el comercio internacional de cinco especies de tiburones y todas las especies de mantarrayas, incluidas su carne, agallas y aletas, deberán contar con permisos y certificados que confirmen su captura de manera sostenible y legal. El Convenio CITES las incluyó además en su lista 2 de especies amenazadas.
En el mismo reporte se destaca que tanto las cifras de captura como de comercio datan de 2012-2013 y que la falta de transparencia del comercio de Singapur no permite un análisis en mayor profundidad.
Las ONGs autoras del reporte estiman que cada año son más de 70 millones de tiburones los que se capturan para extraer sus aletas. Sobre esa base, piden al gobienro de Singapur que se establezca los código HS (Harmonised System Codes) que permite distinguir entre las diferentes especies de tiburones, lo que permitiría al servicio de aduanas local controlar mejor el tráfico.
"Cualquier país que tiene dominio sobre cierto producto debería también tener la certeza sobre su trazabilidad, para que sea más transparente", recalcó Kanitha Krishnasamy, encargada del programa de Traffic para la zona del sudeste asiático.
En tanto que Elaine Tan, cabeza de WWF en Singapur, dijo que "el hehco de que Singapur sea uno de los mayores actores en esta situación, significa también que la solución a la crisis reside en nuestras propias costas".
No todo es desazón para las autoras del reporte.
Gracias a las campañas y la conciencia de muchos habitantes de SIngapur, ha sido posible reducir el consumo de carne tiburón. "Cada vez más gente prefiere ver a los tiburones en el mar y no en su mesa", indicó Tan.