Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
El fuerte desliz cambiario ha querido poner piedras al camino de la farmacéutica mexicana Liomont para fabricar en México la primera vacuna recombinante con biotecnología de última generación, que sería la primera en su tipo en América Latina, pero con todo y los embates del dólar sobre el peso los planes continúan en pie.
El impacto cambiario ha sido muy fuerte, porque tanto las instalaciones y acabados para la planta que estará dedicada expresamente a la fabricación de la vacuna, como toda la parte de las áreas modulares, pisos, puertas y fachadas, así como la tecnología se cotiza en dólares y en euros.
Alfredo Rimoch, director general de Liomont, prevee que el edificio de la planta ubicada en Ocoyoacac se concluya en julio próximo, de modo que inicie este mismo año con la instalación y puesta en marcha de los equipos tecnológicos provenientes principalmente de Italia.
Lo particular de la fabricación de estas vacunas es que consiste en dos grandes pasos. Primero, las proteínas son recombinantes, algo muy diferente al método tradicional porque es mucho más rápida su producción y de una mayor pureza. La fabricación estándar de producción de vacunas es a base de huevos embrionados a los que se les inocula el virus atenuado.
La nueva tecnología es mucho más limpia y pura porque no se necesita trabajar con virus, sino que es sólo la proteína, que es como el cascarón del huevo, al que se le introduce el código genético para que funcione como vacuna.
De ese modo, cuando se administra al organismo, el sistema inmunológico lo recibe como si fuera virus, y crea los anticuerpos, pero no hay virus realmente, por consiguiente es más segura y con menos reacciones adversas, además de que se puede fabricar en un tiempo mucho más reducido.
El plan de Liomont es de tres etapas. En la primera empezará a importar de EU las proteínas, trabajando con una empresa japonesa, y probablemente de Japón. Se formulará y terminará el producto en México.
En una segunda etapa la intención es fabricar la proteína en México, e ir integrando verticalmente todo el proceso para tener un precio competitivo y poder participar en el mercado de gobierno que compra 35 millones de unidades de vacuna de influenza anualmente. El plan es que la planta de Ocoyoacac tenga capacidad de producir esos millones.
Rimoch calcula que para el 2018 se hagan todas las validaciones y para el 2019 a más tardar estar fabricando las primeras piezas ya formuladas en México.
La tercera etapa es producir las proteínas en México y ello se calcula en un par de años más, es decir para el 2020.
Por lo pronto la farmacéutica mexicana, aliada con la empresa Biotechnologics, ya empezó a importar la vacuna recombinante contra influenza para la presente temporada invernal. Ingresaron 50,000 unidades y las mismas que se agotaron. Para el siguiente año el plan es triplicar a 150,000 o 200,000 para la temporada invernal 2017-2018 específicamente para el mercado privado.
La idea de Liomont es poder competir con la francesa Sanofi que es la principal proveedora de esta vacuna al gobierno mexicano. Por cierto, hace algunos años se firmó un convenio para transferir tecnología aquí a México y producir la vacuna de influenza en México pero no se sabe en qué va ese proceso.
El punto con la farmacéutica mexicana es lograr que su proceso sea lo suficientemente eficiente para obtener costos bajos y poder ofrecer precios competitivos al gobierno mexicano, con la perspectiva de exportar el producto a otros países de América Latina. Y posteriormente incursionar con otros tipos de inmunizaciones para otras enfermedades.
De conseguirlo, Liomont sería la primera empresa mexicana en aprovechar los convenios que Cofepris, que lleva Julio Sánchez y Tépoz, ha logrado con otros países en homologación de autorizaciones donde están incluidas las vacunas.