Las consecuencias de no poder prestar atención no son nada de positivas: es posible no cumplir con las metas, ni entender ni manejar desafíos o temas complejos. ¿La culpa? Algunos apuntan a la enorme cantidad de distracciones y nuevas tecnologías.
Vivimos en un mundo lleno de distracciones…lo cual puede ser un gran problema si parte importante de nuestro trabajo consiste en pensar algunos o varios temas en profundidad.
Tu atención es actualmente la mercancía más valiosa que existe, pues es finita y no replicable. Según Tristan Harris -ex colaborador de Google y cofundador del Centro para la tecnología humana- las consecuencias de no poder enfocar nuestra atención en lo que nos interesa son complejas: no podremos cumplir con nuestras metas, ni entender ni manejar desafíos o temas complejos. El neurocientista Earl Miller (MIT) señala que ‘un cerebro distraído es un cerebro menos inteligente’.
Según David Rock, existen razones por las que es tan difícil lograr concentrarnos:
- La enorme cantidad de información que procesamos actualmente no es algo para lo cual nuestro cerebro esté preparado.
- Las nuevas tecnologías son una fuente inagotable de distracciones, por ejemplo, las notificaciones, el nuevo mail, etc. Harris, señala que Google y Facebook -con su constante flujo de información y entretención-, están explotando una vulnerabilidad importante, consecuencia del funcionamiento de nuestro cerebro: no puede evitar buscar y poner atención a información nueva. Esta ‘explotación’ surge del modelo de negocio de estas empresas, las cuales venden el limitado recurso de la atención humana a la publicidad.
Enfocar nuestra atención ya es de por sí es un proceso que gasta mucha energía mental (cada vez que nos enfocamos usamos una cantidad importante de glucosa y otros recursos limitados). Rock señala que un factor que hace que este proceso sea tan costoso a nivel cerebral, es la existencia de un proceso vital para mantener el foco: el mecanismo de inhibición, o ‘sistema de frenos’ (el córtex prefrontal ventrolateral izquierdo), que ‘inhibe’ activamente todos los estímulos que no son parte de la tarea que se está haciendo. Si añadimos los cuantiosos recursos que utilizan tareas cognitivamente demandantes, como planificar o analizar, el desgaste es aún mayor.
Cuando te vuelves a enganchar en una tarea –toma aproximadamente 25 minutos, si es que se logra-, ocurre el fenómeno llamado ‘residuo atencional’: cuando cambias de una tarea a otra rápidamente, tu cerebro gasta energía para ‘limpiar’ la primera tarea y moverse la siguiente. Y debido a que hay cada vez menos glucosa, tu habilidad de enfocarte disminuye. Y a menor energía mental, menor es tu capacidad de comprensión, inhibición de impulsos, memoria y toma de decisiones, entrando en un ‘círculo vicioso mental’, tóxico para la productividad. Donde tras un día completo de trabajo, no hemos hecho mucho y terminamos agotados y desanimados. Un estudio mostró que las distracciones en la oficina ¡consumían en promedio 2,1 hrs diarias!
Por ende, las distracciones, que implican ‘enganchar y desenganchar’ nuestra atención, son una fuente relevante y constante de desgaste, que hay que vigilar y aprender a manejar.
Cal Newport (autor del libro Deep Work o Trabajo Profundo) hace la distinción entre trabajo profundo y trabajo superficial. El primero refiere a actividades que se desempeñan en un estado de gran foco atencional, libre de distracciones, que lleva nuestras capacidades cognitivas al límite. Dicho trabajo es muy valioso actualmente, pues es un trabajo intelectual intenso y sostenido que es clave para una alta productividad en ocupaciones donde pensar, priorizar, planificar y crear son centrales. El segundo implica tareas que se pueden hacer mientras se está distraído, por ejemplo, hacer multitasking o chequear tu mail. Tal como mencioné en una columna anterior, si se pasa demasiado tiempo en tareas superficiales -especialmente multitasking-, se corre el riesgo de reducir en forma permanente nuestra capacidad de hacer trabajo más profundo.
Cómo manejar los distractores externos y aumentar nuestra capacidad de enfocarnos: Algunas acciones concretas
Autores como Newport, Eric Barker, entre otros, han sugerido formas de manejar los distractores y enfocarse. A continuación, una breve lista de ellas, basada en lo que la investigación ha comprobado en la materia. Quizá algunas suenen demasiado conocidas, otras un tanto difíciles de implementar, pero no por ello menos efectivas.
- Newport sugiere que, en lo posible, agendes espacios de tiempo sin interrupciones para desarrollar el trabajo mental más pesado, el cual generalmente, se relaciona con aquellos temas que son los más importantes y desafiantes en nuestro trabajo.
- Disminuye la interferencia en tu lugar de trabajo, por ejemplo, disminuye el desorden físico y digital que distrae, y te hace perder tiempo valioso buscando cosas perdidas, generando más distracción.
- También en lo posible, disminuye, la cantidad de trabajo superficial (especialmente el multitasking) o intenta agruparlo en bloques definidos, dados sus efectos negativos.
- Cada noche o mañana, has una lista con las cosas que son realmente importantes de hacer ese día, y ordénalos según su relevancia. Esta será tu brújula y sabrás qué hacer primero, ¡especialmente si es lo más difícil y requiere mucha concentración! Puede sonar sencillo, pero requiere esfuerzo implantar este valioso hábito.
- Completa las tareas que te tomarán 1-2 minutos inmediatamente, por ejemplo, un mail que requiere una acción de tu parte, o una llamada pendiente. Pues los temas inconclusos se convierten en distractores para nuestro cerebro.
- Dormir (entre 7 y 8 hrs) y ejercitarse (idealmente 30 minutos diarios): Son fundamentales para renovar nuestra energía mental y capacidad de concentrarnos (¡no dormir suficiente impacta negativamente en ambos!).
- Disminuye al mínimo el uso de redes sociales (por ejemplo, Facebook e Instagram) o fija períodos de tiempo definidos para usarlas, y silencia las notificaciones de todo tipo. Recuerda que están diseñadas para ‘secuestrar tu atención’ por el mayor tiempo posible. Como señala Harris, no es que se carezca de fuerza de voluntad al usar estas redes, sino que hay ‘miles de personas’ al otro lado de la pantalla, cuya labor es debilitar tu autorregulación.
- Meditar: Hay copiosa investigación que demuestra que ayuda a aumentar el control cognitivo, el foco atencional sostenido, la velocidad de procesamiento y la capacidad de la memoria de trabajo. Se puede comenzar con tan solo 1 minuto diario.
- Establece en lo posible rutinas: que permiten hacer las actividades ‘automáticamente’, sin tener que pensar mucho y evitando la ‘fatiga decisional’, por ejemplo, definir tiempos preestablecidos para trabajar en temas difíciles, hacer ejercicio, etc.
- Escribe aquellos pensamientos que te están preocupando y distrayendo, para que tu mente deje de ‘rumiar’ en ellos y no sean un distractor. Posteriormente, podrás lidiar con ellos.
Como vimos, las distracciones están en todas partes y pueden ser nefastas para nuestra concentración y desempeño, pero existen maneras prácticas para manejarlas de modo mucho más efectivo.
*Texto escrito por Naisa Gormaz, PhD, MA del Centro de Educación Ejecutiva “UAI Corporate"*
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