Los sobrevivientes se quejaban de que no estaban obteniendo suficiente apoyo. Además, había preocupaciones por la seguridad de las operaciones de distribución de alimentos, tras los extendidos saqueos.
Puerto Príncipe. Los trabajadores de ayuda esperaban acelerar los esfuerzos de socorro en Haití este domingo, tras recibir críticas de que no estaban llegando alimento, agua y medicinas a las víctimas de un sismo que 12 días atrás devastó al país caribeño.
Los sobrevivientes se encontraban en pésimas condiciones de salubridad en cerca de 300 campamentos improvisados levantados por toda la ciudad. La gente se quejaba de que no estaba obteniendo suficiente ayuda, pese al enorme esfuerzo de socorro internacional.
Respondiendo a las críticas, el director de la Agencia para el Desarrollo Internacional estadounidense (Usaid, por su sigla en inglés), Rajiv Shah, dijo que su organización hacía todo lo que podía bajo circunstancias difíciles.
"La escala de la destrucción y el resultado humano de lo que pasó simplemente no tiene paralelo (...) Nunca vamos a llenar las necesidades todo lo rápido que nos gustaría", dijo a Reuters. "Estaremos aquí entregando apoyo por un largo tiempo", añadió.
El sismo de magnitud 7,0 del 12 de enero dejó hasta 200.000 muertos, señalaron las autoridades haitianas, con hasta 3 millones de personas heridas o sin hogar, clamando asistencia médica, comida o agua en el país más pobre del hemisferio.
Pese a que Naciones Unidas dijo anteriormente que el gobierno había detenido las operaciones de búsqueda y rescate, equipos internacionales hallaron con vida este sábado a un hombre atrapado en los escombros de Puerto Príncipe.
Tras una operación de rescate que duró cuatro horas, el hombre haitiano fue cuidadosamente sacado de las ruinas del Hotel Napoli Inn.
El hombre fue el último de más de 130 personas que han sido rescatadas con vida por equipos de socorristas de todo el mundo de debajo de edificios derrumbados.
Entrega de alimentos. Además de los desafíos logísticos, había preocupaciones por la seguridad de las operaciones de distribución de alimentos, tras los extendidos saqueos a edificios derrumbados en Puerto Príncipe en los días posteriores al terremoto
Soldados brasileños de la misión de paz de la ONU y el Ejército estadounidense planeaban distribuir alimentos el domingo en el repleto barrio bajo de Cite Soleil, en la capital.
Este sábado, en un campamento en la capital, una multitud de personas desesperadas por comida se aglomeró alrededor de bolsas de arroz que eran descargadas de un camión, desafiando a los soldados de Estados Unidos, la ONU y la policía haitiana que vigilaban el lugar.
El caos alarmó a los trabajadores de ayuda de Plain International, que detuvieron la entrega de comida hasta que se pudo controlar a la multitud con la ayuda de varios disparos hechos por los guardias.
Se entregaban bolsas con la bandera de Estados Unidos a cada cuatro adultos en fila para que la repartieran entre ellos. Según estimaciones del grupo de ayuda, había unas 15.000 personas esperando para recibir el alimento.
El Programa Mundial de Alimentos se vio obligado a reducir algunas actividades de distribución luego de que dos de sus caravanas de socorro fueran atacadas el viernes, dijo Thiry Benoit, subdirector del programa para Haití.
Los trabajadores tienen enormes desafíos para distribuir la ayuda en una ciudad destruida y en escombros, repleta de personas heridas y sin hogar. "Nadie puede entenderlo hasta que llegue aquí", dijo Gina Jackson, miembro de Usaid.
Una maternidad en el suburbio de Petionville pidió por alimentos en forma urgente el sábado, diciendo que estaba repleto de mujeres embarazadas y que no tenía con qué alimentarlas.
La organización Food for the Poor dijo que respondió al pedido con un envío de arroz, frijoles y otros alimentos.
Funcionarios del PMA estimaron que más de dos tercios de los campamentos con sobrevivientes han recibido algo de ayuda.
En medio del dolor, se ven indicios de que la empobrecida nación caribeña vuelve a la vida. En el exterior de los bancos, que volvieron a abrir el sábado, decenas de personas esperaban impacientes para obtener el dinero necesario con el que comprar comida y suministros esenciales.
"No hay trabajo, no hay empleos, sólo Dios sabe lo que pasará", dijo la profesora Myrtho Larco.
Frutas y vegetales aparecieron copiosamente en tiendas callejeras, pero la gente dice no tener dinero para comprar, y los precios estaban mucho más altos que antes del sismo.