Un recorrido por ocho ciudades del país del norte, incluyendo Nueva York y Seattle, conforma el motor del último trabajo del grupo, con el que el rock se funde con intensas tradiciones locales.
Con veinte años de carrera, siete discos y consagrada como una de las bandas de rock más grandes del momento, ¿qué nueva aventura podían tramar Dave Grohl y Foo Fighters para su nuevo álbum? Su respuesta fue echarse a la carretera y recorrer Estados Unidos de cabo a rabo para grabar "Sonic highways".
"Salimos del estudio y fuimos a diferentes sitios con resultados diferentes", resume con sencillez Nate Mandel, bajista de Foo Fighters, sobre un proyecto ambicioso y destinado, de alguna manera, a capturar el alma musical de un país tan variopinto y complejo como Estados Unidos a través de un álbum y una serie documental para la HBO.
La gestación de "Sonic highways", a la venta desde este 10 de noviembre, consistió en visitar ocho ciudades, conociendo a músicos de la zona y empapándose de la cultura local, para grabar el mismo número de temas.
De hecho, Dave Grohl definió este insólito experimento como "una carta de amor a la historia de la música americana".
Chicago, Washington D.C., Nashville, Austin, Los Ángeles, Nueva Orleans, Seattle y Nueva York, todas ellas capitales y emblemas de la música estadunidense, fueron las ocho paradas de Foo Fighters, que llevaban en sus maletas bocetos y estructuras musicales pero no las letras, que Dave Grohl escribía durante su estancia en cada lugar.
"Hemos pasado seis meses escribiendo este disco y hemos reflexionado mucho sobre esta grabación", defendió Mendel, quien explica que al viaje llevaron las canciones "muy bien estructuradas" pero a la vez "abiertas" para la "experimentación" en cada ciudad y la "participación de los invitados" en la grabación.
El bajista agrega que las historias, los estudios que visitaron y las identidades de cada lugar "influyeron" en el proceso creativo, aunque recalca que trataron de ser "cuidadosos para no resultar demasiado obvios" a la hora de incorporar los elementos locales en la propia identidad de la banda.
Lo cierto es que sí se percibe el aroma musical de cada ciudad en los temas elegidos. La célebre escena hardcore de Washington D.C. deja su marca en la contundente "The feast and the famine, mientras que los toques sureños de Nashville se perciben en "Congregation".
En Nueva Orleans incorporan los vientos de New Orleans Preservation Hall Jazz Band para dar vida a "In the clear", mientras que en Seattle -cuna del grunge y donde Grohl fue batería con Nirvana- dan forma a "Subterranean". Para el cierre del álbum cruzan a la otra costa y desde Nueva York surge la épica "I am a river".
"Suena mejor que cualquier disco que hemos hecho desde hace tiempo", argumentó Mendel, quien subrayó "el gran cambio" que supuso renunciar al típico trabajo de estudio y recalca además el valor de las letras del álbum, "directamente afectadas por las experiencias que Dave (Grohl) tuvo en cada ciudad".
La lista de invitados también tiene mucho que ver en el resultado final. Steve Albini (productor y miembro de Shellac), Ben Gibbard (Death Cab For Cutie) o Joe Walsh (The Eagles) son algunos de los artistas que participaron en las sesiones casi concebidas como experimentos.
La nómina de músicos que comparten tiempo con Foo Fighters se amplía en la serie documental Sonic Highways, en cuyos ocho capítulos, uno por ciudad, se pueden ver a Chris Martin (Coldplay), Dan Auerbach (The Black Keys), Josh Homme (Queens Of The Stone Age), James Murphy (LCD Soundsystem) y Willie Nelson, entre otros.
"Orgulloso" por las dos décadas de la banda, Mendel asegura que Foo Fighters mira al futuro y "continúa buscando nuevas formas de ser una banda". Por el momento, planean gira a partir de diciembre, un regreso a las "autopistas sónicas" sobre las que ahora escriben su música.