El calentamiento global llevará a que al menos la mitad de la población del mundo viva en zonas del ato riesgo en 2045. La epidemia de enfermedades renales que viven Nicaragua y El Salvador podría ser un adelanto de lo que se viene.
Mucha gente, en especial entre los que viven en regiones templadas, celebran la llegada del verano. Pero, ¿les gustaría que fuera verano por siempre jamás? Los que respondan afirmativamente probablemente tienen una imagen vacacional de las altas temperaturas. Algo muy diferente a la experiencia que viven los trabajadores de la caña de azúcar en Nicaragua y El Salvador, quienes no están tirados sobre una toalla y bajo una sombrilla, tomando gaseosas helados o un daiquiri.
Unos 20.000 de ellos han muerto en las pasadas dos décadas en uno de los fenómenos médicos más intrigantes. Jóvenes y adultos, por otra parte sanos y fuertes, se debilitan y mueren sin que se entienda por qué, luego de algunas temporadas en zafras al aire libre. Se han planteado diversas hipótesis. Por ejemplo, la acción de la leptospirosis y el dengue en entornos de escaso o nulo acceso a los diagnósticos y la acción de los servicios sanitarios. Sin embargo, existe otra opción, la que ha ido ganando fuerza en los últimos meses: enfermedad crónica del riñón.
La tesis ya había sido planteada en agosto del año pasado, por medio del paper Chronic Kidney Disease Epidemic in Central America: Urgent Public Health Action Is Needed amid Causal Uncertainty, escrito por un equipo encabezado por Pedro Ordunez de la OPS (Organización Panamericana de la Salud). Nuevas investigaciones han ido reforzando la hipótesis. Es el caso de Heat Stress Nephropathy From Exercise-Induced Uric Acid Crystalluria: A Perspective on Mesoamerican Nephropathy, trabajo encabezado por Carlos Roncal Jiménez de la División de Enfermedades del Riñón e Hipertensión de la Universidad de Colorado en EE.UU.
Según este trabajo, el mal, bautizado como la “enfermedad silenciosa” en Nicaragua, “puede ser un trastorno ácido úrico”, ya que “las personas en riesgo de desarrollar la enfermedad son principalmente trabajadores varones expuestos al estrés por calor y el esfuerzo físico, que predispone a tomar agua de manera recurrente y a un vaciamiento de volumen, a menudo acompañados de concentración urinaria y la acidificación”.
Sucede que, a las temperaturas de 42 Cº en que los nicaragüenses y salvadoreños trabajan a campo abierto, “el ácido úrico se genera durante el estrés por calor, en parte como consecuencia de la liberación de nucleótidos de los músculos. Nuestra hipótesis es que el trabajo en los campos de caña de azúcar puede resultar en uricosuria cíclica, en la que las concentraciones de ácido úrico son superiores a la solubilidad, lo que lleva a la formación de cristales de urato dehidrato y lesión local”.
El estudio afirma que existe evidencia que sostiene su postulado en el caso de los trabajadores de la caña de azúcar de El Salvador. En ellos, un estudio piloto encontró altas concentraciones de ácido úrico al final de su jornada laboral. De tal modo que la hiperuricemia resultante “puede inducir la hipertensión glomerular, mientras que el aumento de ácido úrico en la orina puede dañar directamente los túbulos renales”. Por lo tanto, la nefropatía mesoamericana (MeN, por sus siglas en inglés) “puede ser el resultado de ejercicio y stress térmico por calor, asociado con hiperuricemia y uricosuria inducida por deshidratación.
En lo inmediato, el trabajo afirma que los trabajadores debieran de ser protegidos mediante “el aumento de la hidratación con agua y sal, alcalinización urinaria, reducción en la ingesta de bebidas azucaradas”, y que inhibidores de la síntesis de ácido úrico deberían ser probados.
No es un problema meramente local. El diario inglés, The Guardian, entrevistó a Catharina Wesseling, especialista en enfermedad de riñón crónica del Karolinska Institutet, en la ciudad de Estocolmo, Suecia, coautora ella misma de un trabajo sobre lo que ocurre en Centroamérica. Luego de indicar que lo que ocurre allí podría ser “la mera punta del iceberg”, la académica advirtió que “si la investigación demuestra que la enfermedad de riñón crónica está relacionada al stress por calor, entonces tendremos un problema de salud pública severo porque el calentamiento global afectará a todos”.
Según el períodico, un índice publicado por la empresa consultora Verisk Maplecroft asevera que, para 2045, casi la mitad de la población planetaria vivirá en países “categorizados como de ‘riesgo extremo’", aquellos que rankean más alto en temperatura y humedad”.