La edición 49 del Super Bowl se presenta como una en las que habrá más figuras en el campo de juego y ángulos interesantes, como los miles de millones de dólares que se mueven a su costa en la economía local, estatal y nacional, además de lo que circula en el mundo de las apuestas.
Cuando el domingo los equipos de los Patriots de Nueva Inglaterra y los Seahawks de Seattle salten al césped natural del University of Phoenix Stadium, de Glendale (Arizona) para disputar la 49 edición del Super Bowl de la NFL, habrá una constelación de estrellas con los mariscales de campo Tom Brady y Russell Wilson a la cabeza.
Brady, a sus 37 años, jugará el sexto Super Bowl y buscará el cuarto título, que lo colocaría al lado de los legendarios Joe Montana y Terry Bradshaw, los únicos que lo han conseguido anteriormente, además de haber dejado asegurado su legado entre los grandes de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL).
Brady busca su cuarto anillo
Su palmarés brillante indica que ha conseguido nada menos que 20 victorias en los playoffs, cuatro más que Montana, lo que ha ayudado al entrenador en jefe del equipo, Bill Belichick a ganar más partidos de la fase final que cualquier otro en la historia de la NFL.
Además posee 49 pases para touchdown, cuatro más que Montana, también superó a Peyton Manning en la mayor cantidad de yardas en los playoffs, todas marcas históricas.
Pero no ha ganado un Super Bowl en 10 años después que sufrió derrotas en sus últimos dos viajes al Super Bowl y su récord en los playoffs, desde que los Patriots ganaron, es de 11-8.
Brady sabe que el partido del domingo es la gran oportunidad de conseguir el ansiado cuarto anillo del Super Bowl, pero para eso su labor debe ser brillante si quiere superar a la mejor defensa de la liga que poseen los Seahawks.
Enfrente tendrá al joven Wilson, de 26 años, estilo completamente opuesto, lidera un ataque conservador, pero puede pasar mejor que nadie el balón y también correr, pero sobre todo es muy inteligente y capaz de cambiar la estrategia sobre la marcha, y por lo tanto impredecible, como sucedió en la remontada ante los Packers de Green Bay en los últimos minutos del partido.
Gracias al gran desarrollo que ha tenido Wilson, los Seahawks lograron el año pasado el primer título de campeones del Super Bowl y se unieron a los Patriots como el primer equipo que repitió la defensa del título desde la temporada del 2004.
El ataque de los Patriots tendrá que brillar, no solo con Brady, sino con jugadores claves que le acompañen, como serán el ala cerrada Rob Gronkowski, decisivo en el ataque aéreo, junto al receptor Julian Edelman.
Sin embargo, su misión no será nada fácil porque tendrán que superar antes a la temible defensa de los Seahawks, especialmente la secundaria, con los profundos Kam Chancellor y Earl Thomas, junto al apoyador K.J.Wright, además del esquinero estelar Richard Sherman y su compañero Byron Maxwell, uno de los mejores que habrá en el mercado libre cuando concluya el Super Bowl.
Sherman será, sin discusión, la gran figura defensiva a seguir, y más cuando puede que no esté completamente recuperado de la lesión que sufrió en el codo izquierdo durante el partido ante los Packers.
La gran defensa
De ahí que, si hay algo que necesitan los Patriots, es que su ataque terrestre les funcione más que nunca, como les sucedió en el partido ante los Colts cuando consiguieron tres anotaciones por mediación del corredor LeGarrette Blount.
Este jugador llegó al equipo en la undécima semana de la temporada regular, despedido por los Steelers de Pittsburgh, y podría convertirse en la gran figura de la 49 edición del Super Bowl.
Especialmente porque el único punto débil que tiene la defensa de los Seahawks es cuando se le ataca por tierra, como le sucedió en todos los partidos que perdieron durante la temporada regular, y las grandes dificultades que pasaron frente a los Packers.
Si los Patriots tienen sus figuras en el ataque, los Seahawks también cuentan con un hombre decisivo en el ataque terrestre y este no es otro que el polémico, pero extraordinario corredor Marshawn Lynch, quien al margen de su difícil personalidad y enfrentamiento constante con la prensa, con la que se niega a hablar, en el campo de juego es toda una garantía de triunfo.
Los receptores Jermaine Kearse, el mismo que capturó el pase decisivo de Wilson que les dio la victoria ante los Packers, y Doug Baldwin, junto con el ala cerrada Luke Wilson también hacen mucho daño cuando reciben el balón de su pasador.
De ahí que se espera que la defensa de los Patriots, con el esquinero estelar Darelle Revis, como el líder de la línea secundaria, brille más que nunca porque, gracias a sus progresos en esa faceta del juego, el equipo de Nueva Inglaterra pudo volver al octavo Super Bowl de su historia.
Todas estás estrellas estarán dirigidas por dos entrenadores en jefes como son Belichick, quien posee ya más triunfos en la fase final en la historia de la NFL, y Pete Carroll, que con los Seahawks ha conseguido entrar de lleno en la lista de los grandes, e irónicamente también dirigió a los Patriots, hasta que en el 2000 lo echaron para poner en su lugar al que tendrá el domingo de rival.
Ambos son excelentes amigos, se respetan, entienden que la situación que vivieron en el 2000 no tuvo nada que ver con sus personas, sino con el dueño de los Patriots, el multimillonario Robert Kraft, que ya ha admitido públicamente que la decisión de despedir a Carroll fue la más "difícil" de su gestión al frente del equipo, porque sabía que era una gran persona y profesional.
El duelo de estrategias que se dará entre Belichich y Carroll será otro de los grandes alicientes que presente el partido del Super Bowl, que tendrá a Bill Leavy como el árbitro principal encargado que todo en el campo sea deportividad y juego limpio.
* Reportaje EFE