Por Jorge Mansilla Torres, columnista, para La Razón.
Experiencia traumática para timoratos, corruptos y conservadores, la actual democracia tendrá en el año que viene dos sucesos memorables: las elecciones presidenciales de octubre y el arranque del Sistema Único de Salud (SUS) en enero. Que los electores se ocupen de rajar o alabar a sus candidatos; yo quiero ocuparme del Sistema Único de Salud y de sus proyecciones revolucionarias.
El próximo año se nos dará a elegir entre el SUS y el US$, abreviaturas de dos realidades opuestas: la salud socializada, universal y gratuita; o el negocio privado de los que permutan vida y muerte. Cinco y medio millones de bolivianos no tienen acceso a la atención médica pese a su derecho constitucional a la salud, y en estos días, el opositor majadero y el dueño de la medicina privada gritan improperios contra el SUS, pese a que aún no ha nacido. Vituperan antes, como el Imperio Romano que persiguió al Niño antes de Navidad.
Dicen que no hay hospitales, medicinas ni médicos para implementarlo. Pero eso se construye, se compra o se contrata. Para hacer todo eso se instituye el SUS. La mitad de la población boliviana accederá a ese sistema sin costo alguno, como ocurre en Cuba y pasará en México, donde el gobierno de Manuel López Obrador ha dispuesto agrupar en un solo ente los varios seguros sociales que allí existen. O sea: 120 millones de mexicanos tendrán un único sistema de atención médica, como en Bolivia. Aquí somos solo 11 millones y el Estado puede pagar por los necesitados con el dinero de todos.
Se construirán 49 hospitales a fin de que en el SUS confluyan todas las alternativas para salvar la salud del pueblo, desde la medicina científica, alópata, hasta la tradicional naturista o la novedosa homeopatía, para nombrar dos de los innumerables recursos terapéuticos.
Algunos ejemplos: hace unos 30 años fuimos testigos y beneficiarios de la sabiduría de Jaime Zalles y de su metodología botánica; conocemos la eficacia de la ciencia homeopática del médico Jaime Ortiz; sabemos de la capacidad de la ginecóloga Viviana Camacho y del rescate que ella hace de la inmemorial destreza de las parteras que ayudan a alumbrar la vida de los niños que nacen en el campo.
Desde hace dos años vemos el agradecible despliegue de los oftalmólogos cubanos en cinco centros de Bolivia. Curan gratis los ojos. Todas esas prácticas de salvataje deberán ser parte del Sistema Único de Salud, venciendo bloqueos y poses burocráticas de los que incluso se pondrán en puestos de dirección. Ese sistema audaz ya enfrenta las invectivas de los traficantes de la salud privada que pululan en los colegios médicos. Y estarán también en la grita los imberbes alumnos de medicina, quienes solo por ponerse mandilitos blancos creen poseer facultades para enfrentar al SUS, sistema del que ellos serán parte componente en el próximo futuro. Enhorabuena.