Tras un reciente acuerdo con Universal Music, la app Soundtrack Your Brand completa más de 50 millones de canciones que se pueden escuchar en comercios, sin miedo a la ilegalidad.
“Como empresa, si tienes un restaurant en Santiago, Medellín, Estocolmo o Frankfurt, tienes distintas necesidades, tienes que tocar la música acorde a tu realidad, para la hora del día, de acuerdo con público que asiste. Ya seas Starbucks o un emprendedor con solo cuatro cafés”, dice desde Estocolmo Ola Sars, fundador y CEO de Soundtrack Your Brand (SYB).
El problema es este. El mundo de la música que escuchamos en cualquier sitio público pasó, sin que nos diéramos mucha cuenta, desde la ‘música de supermercado’, es decir, cualquier CD o radio pública con una parrilla de temas suaves, idealmente bossa nova o The Carpenters, a una realidad en la que puedes ser multado por infringir derechos de autor.
En todo el mundo. A toda hora. Porque se entiende que esa música ya no es para tu disfrute personal, sino que para incentivar el lucro.
Así que las alternativas se volvieron el silencio total, o pagar por cada CD tocado a los sellos.
Hasta que Sars ideó, en 2013, Soundtrack Your Brand, un sistema para hacer todo eso legal, por un precio fijo y desde una App. Y para hacerlo, trajo a Spotify como co-inversionista.
Como lo explica la misma compañía: “un sistema de trazabilidad total que ofrece a los artistas y compositores una compensación basada en el uso cuando su música es reproducida en comercios y entornos públicos”.
“No puedes usar Spotify o Apple music para usos comerciales. Sería como abrir un cine con tu cuenta de Netflix, o mostrar los partidos de la NBA en un bar con tu cuenta personal”, reflexiona Ola Sars en el encuentro Zoom que mantuvo con AméricaEconomía. Si bien este tipo de acuerdo ya estaba dándose en el comercio, la novedad del producto de Sars es que se hace por streaming, algo que antes no existía.
Con eso, empresas pueden acceder a 50 millones de canciones, en todo el mundo, controlando la música que se escucha en sus locales desde una red, en vez de hacerlo físicamente en un equipo en el local.
El acuerdo con UMG. En 2019, Soundtrack encomendó a la consultora Nielsen un estudio sobre la materia en pymes de tres continentes.
La firma reportó que 21.3 millones de negocios estaban utilizando servicios musicales al consumidor de forma ilícita, lo que dejaba una fuente de ingresos sin explotar a la industria musical global. Además, descubrieron que el 88% de los negocios estaban reproduciendo música de cuatro a cinco días a la semana y que el 86% estaba dispuesto a pagar por un servicio mejorado, representando una oportunidad sustancial.
Por eso la firma ha estado creciendo satisfactoriamente, reportando acuerdos en 73 mercados y que sus servicios musicales se usan en miles de espacios comerciales, desde McDonald’s, los hoteles W, además de las tiendas Ikea, J. Crew, Lululemon y otros referentes del retail.
La más reciente noticia ocurrió a mediados de este mes, cuando SYB y Universal Music Group (UMG) anunciaron un trato de licencias globales, con la meta de entregar más opciones para el streaming de comercios y asegurar, al mismo tiempo, que los artistas y creadores musicales sean justamente recompensados.
La empresa de Sars cree que este acuerdo sienta las bases para el futuro del streaming musical B2B, que está entre 7 y 10 años atrasado respecto del streaming de consumer market.
“Esta era la parte que faltaba, la pieza de dominó final para nosotros. Es un momento pivotal del modelo para consumer services, porque define el mercado para lo que será el futuro del streaming: cuando el líder del mercado le dice sí al modelo, ese modelo define el mercado”, reflexiona Ola. “Tenemos 9 mil tratos, o acuerdos, en todo el mundo, con sellos y publishers, y el único que faltaba era Universal”.
La segunda cosa que desea enfatizar Ola es el tema de las licencias; nunca antes ha habido una estructura de licenciamiento donde todos los eslabones de la cadena - sellos musicales, compositores, artistas independientes- tienen claros sus derechos para uso en un contexto comercial.
“Esto es una gran contribución a la industria musical, en mi humilde opinión, porque estamos elevando el valor de la música. Estamos cobrando US$30 en vez de US$6 o US$ 10 como los servicios al consumidor, y así a los artistas les pagan entre 5 y 10 veces más; lo que creo que es justo, si estás usando su arte para ayudar a vender tus productos”, reafirma Sars.
El CEO de SYB lo ve como un ciclo virtuoso: se abre una nueva oportunidad de mercado, se amplía la capacidad de crear más royalties para los artistas y creativos, distribuyendo una compensación desde el dueño de cada negocio hacia el artista o el compositor. “En breve, creemos que podemos añadir un 15 a 20% al mercado global del streaming al expandir el mercado del B2B” finaliza.