Tabaco, rigor y juego sucio: el anecdotario sudamericano en el fútbol de China
Martes, Enero 31, 2017 - 15:01
En décadas pasadas, estrellas charrúas como Rubén Sosa probaron suerte en la liga que hoy paga los salarios más altos del planeta.
El Observador | Carlos Tévez cobrará US$ 40 millones por año en un equipo chino y se convertirá en el jugador de fútbol mejor pago del mundo". El titular que recorrió miles de portales deportivos y generó millones de opiniones fue una demostración de la apuesta económica y política que realiza China para consolidar el deporte y competirle a las principales ligas.
Pero antes de la actual explosión, a principios de los 2000, varios uruguayos probaron suerte al país asiático. Pese al poder económico que ya ostentaba el país, nadie podía prever el crecimiento de hoy.
"Yo me quería retirar en Nacional pero en un entrenamiento escuché gritos que decían 'Sosá, Sosá'. Era un chino que me quería llevar a jugar". La anécdota es de Ruben Sosa de 2002 fue el inicio de su experiencia en Shanghai Shenhua. "Yo era un poco reconocido por haber jugado en Europa pero nunca imaginé que me iban a esperar 5.000 chinos en el aeropuerto", dijo "El Principito".
Aunque no tienen historia futbolística, el público chino consume mucho fútbol internacional y cuando hay partido llena los estadios. "Los chinos adoraban a Diego Forlán, que en esa época estaba en Manchester United. En la calle estaba lleno de camisetas de Diego", recordó el delantero Luis Romero, que en 1999 pasó por Shanghai Shenua.
Más allá de las condiciones futbolísticas y el impacto mediático que un jugador pueda generar, para los clubes chinos el estado físico es fundamental y son varios los que no han superado las revisiones físicas. "Lo primero es superar el test de Cooper, sin importar si sos o no buen jugador. Si no pasas esa prueba no te contratan" le contó a Referí Martín García, delantero que jugó en Peñarol y en el año 2000 se fue al Shanghai Zhongyuan junto a Fabián Pumar. "Por suerte nosotros pasamos la prueba, pero un brasileño que volaba pero tenía un trote cansino la perdió y no lo contrataron", recordó.
En 1998, Rodrigo Lemos ganó el Apertura con Nacional y recibió una oferta para irse por seis meses a Tianjin Teda, un equipo que estaba en Segunda División. "Viajé con Silvio Fernández que iba al mismo club pero él perdió la prueba física y se tuvo que volver", contó.
El futbolista chino
Según Sosa, los jugadores chinos tienen un físico privilegiado, "pero les falta técnica y no les funciona la cabeza, solo piensan en correr". Le contó a Referí una de las tantas situaciones que le sucedieron en Shangai: "llegué a China con 34 años y los laterales de mi cuadro tenían 18 y eran aviones. Pero lo único que hacían era desbordar y tirar el centro, sin importar si había algún jugador en el área. El técnico les había inculcado que esa era su función y ellos la repetían, no interpretan el juego".
"Tienen una cultura sumisa. Son aplicados, lo que les dicen lo hacen", detalló Romero, aunque contó que en esa época el comportamiento de los futbolistas no era muy profesional: "Te impresionaba la cantidad de cigarrillos que fumaban y el alcohol que tomaban".
Tan era así que Lemos recordó que a los chinos "los concentraban el miércoles para tenerlos controlados, pero entrabas a las habitaciones y te encontrabas colillas de cigarro escondidas en el rincón".
García recuerda las pretemporadas y prácticas en Shanghai: "Nos levantaban a las 6 para correr por las montañas. Todos los equipos entrenábamos en el mismo lugar y a la tarde se jugaban amistosos que eran batallas campales, se mataban a patadas".
Pasaron casi 20 años, pero el "Tato" no olvida el entrenamiento de los miércoles: "Era el peor. Separaban titulares y suplentes y nos mandaban a dar siete vueltas a una pista de 400 metros. Encima después venía la práctica de fútbol, una locura. Con Pumar terminábamos vomitando por la intensidad".
Vivir en China
El idioma es una barrera que condiciona la vida de los deportistas sudamericanos en China. Romero se volvió fanático de la televisión española, único canal de habla hispana que tenía. Lemos prácticamente no salía de compras porque no comprendía la escritura y le costaba hacerse entender: "Encima nunca sabías cuánto salía cada cosa porque la moneda es complicadísima y todo el tiempo tenía que hacer la conversión".
Los clubes tenían a disposición un traductor pero muchas veces no alcanzaba para entenderse con el DT. "Eran traductores de idioma pero no sabían nada de fútbol, ni lo más básico", recordó Lemos.
Ante la dificultad del idioma, el humor fue un arma de los uruguayos. "El traductor tenía un nombre complicadísimo y con Pumar le pusimos 'Carlos'. A la semana, todos los jugadores chinos le decían 'Calos, Calos'", señaló García.
Sosa se caracterizó toda la vida por su alegría. "Cuando llegué la mayoría tenía 22 o 23 años y el equipo no venía bien. Les cambié la música que escuchaban en el vestuario, les dije que se pinten los pelos y que disfrutaran. Se liberaron y empezamos a ganar", recuerda. "Son demasiado estructurados y su cultura y estilo de vida tiene muchas cosas del régimen militar. A las 5 de la mañana el DT nos hacía bajar al lobby para darnos un discurso y después volvíamos a dormir", relató.
"Salimos a calentar y de repente veo que todos mis compañeros comienzan a gritar y a correr en diagonal. Nos miramos con Pumar y no entendíamos. Le preguntamos al traductor y nos dijo que lo hacían para intimidar al rival. Te podrás imaginar que a los pocos días nos divertíamos nosotros encabezando los gritos", contó García.
El factor económico
Aunque hace 15 años no se manejaban las cifras de ahora, el mercado chino ofrecía en la década de 2000 la posibilidad de hacer una diferencia. "Me presentaron un contrato de U$S 200.000 por cuatro meses y como dije que no al poco tiempo me ofrecieron U$S 1.000.000", confidenció Romero. Lemos terminó de pagar su casa en Uruguay con el dinero que cobró y saldó deudas que tenía.
Sobre el boom económico actual, los exfutbolistas uruguayos están convencidos que van a cumplir los objetivos. "China tiene que mejorar, no tanto en figuras, sino en tener atrás gente capacitada en programar entrenamientos. Crear una política de selección y construir una mentalidad ganadora. La plata, el público y la infraestructura la tienen", concluyó Sosa.
"No es necesario invertir tanto para tener una liga competitiva, parece demasiado. En mi época no existía la posibilidad de irse a Arabia Saudita o la India, alcanzaba con jugar en la selección uruguaya, tener un buen representante y te colocaba en cualquier lado", aseguró Lemos.