Desalación, reúso de aguas, recarga artificial de acuíferos y una serie de leyes que se tramitan en el Congreso son apenas la punta del iceberg para que esta nación sudamericana acceda a nuevas fuentes de agua dulce. Deberán convencer a la ciudadanía de que el recurso hídrico se ha vuelto más escaso y, por ende, más difícil de proporcionar. ¿Estará dispuesta la población a pagar por las inversiones y tecnologías que le darán seguridad hídrica?
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