Más de 17 millones de personas en todo el mundo padecen esta enfermedad.
¿Tiene sensación de agotamiento fuerte y prolongado que no se alivia con el descanso? Si es así, es probable que usted padezca de un nuevo mal propio del agitado mundo actual. Se trata del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), un padecimiento que afectaría principalmente a personas sometidas a un estrés constante.
Según cifras del departamento del Instituto Whittermore Peterson en Reno, EE.UU., 17 millones de personas en el mundo sufrirían de esta dolencia sin estar conscientes de ello. El problema es que la aparición del SFC disminuye en 50% la capacidad de realizar actividades cotidianas tan simples como redactar documentos, realizar ejercicios físicos, cocinar e incluso recordar cosas.
Las hipótesis más actuales apuntan a que este mal se debería a una coexistencia de factores genéticos, baja actividad física durante la infancia, estrés, infecciones virales y sustancias químicas, entre otros. Sin embargo, aún no existe consenso mundial respecto de por qué se produciría.
Algunos sospechan que el SFC podría ser causado por un virus identificado como “Epstein-Barr” o el virus del herpes humano tipo 6. Otros sugieren que podría ser causado por una inflamación del sistema nervioso o, por el contrario, podría ser una especie de proceso o respuesta inmunitaria a la enfermedad.
La comunidad médica acusa también la existencia de otros factores que aumentan la probabilidad de desarrollar el mal, entre éstos una enfermedad previa, el medio ambiente, el género y la edad, ya que ocurre con mayor frecuencia en mujeres de 30 a 50 años.
A dichas especulaciones se suma una reciente investigación realizada por los doctores Vincent C. Lombardi y Judy Mikowitz del Instituto Whittermore Peterson, quienes detectaron la existencia del virus de la leucemia del ratón, denominado “XMRV”, en un porcentaje muy importante de enfermos con SFC.
Pero mientras se encuentra una respuesta definitiva, lo cierto es que usted debe estar atento si cree sufrir este mal. Para detectarlo, es necesario realizar una comparación entre las actividades realizadas de manera previa y posterior a la instauración de la enfermedad; tanto en la esfera física, como en la intelectual. Sin embargo, existen ciertos síntomas que se repiten en la mayoría de los pacientes y que podrían significar una pista para detectar este padecimiento.
Entre éstos se encuentran el agotamiento extremo o un grado significativo de cansancio físico y mental, aparentemente inexplicable y persistente; malestares post- esfuerzo o una rápida fatigabilidad muscular y cognitiva luego de realizar una actividad que antes le resultaba simple. El periodo de recuperación es patológicamente lento, pudiendo llevar 24 horas o más.
Otros síntomas son los trastornos del sueño, que tienen que ver con un sueño poco reparador o trastornos en la cantidad de sueño; mialgias o dolores musculares y de cabeza; confusión, desorientación, falta de concentración, fallas en la memoria a corto plazo, trastornos sensoriales e hipersensibilidad a los ruidos.
Para quienes sufren de SFC el descanso normal no es suficiente. Por lo tanto, la práctica de ejercicio físico y la buena alimentación son dos alternativas que pueden ayudar a disminuir los malestares. Los nutricionistas recomiendan consumir, sobre todo, hidratos de carbono, proteínas y lípidos en las cantidades que requiere el organismo, consignó Alto Nivel.