El profesional que comete un error que afecta su buena reputación, verá que la reivindicación de este fallo es algo muy difícil pero no imposible.
En otro momento, cuando las redes no tenían la relevancia que alcanzaron hoy, esconderse tras un traspié profesional parecía algo más fácil.
Las redes hablan de las personas, de lo que hacen y de lo que son, ponerlas en stand by o cerrarlas a conveniencia es algo que no resulta muy positivo. El consultor en estrategia personal, Andrés Pérez Ortega, opina que "la marca personal es algo que se deja, no que se tiene. Es una huella que se deja en los demás. Cada vez que la persona se relaciona con alguien, la huella se fortalece o se debilita".
El profesional que comete un error que afecta su buena reputación, verá que la reivindicación de este fallo es algo muy difícil pero no imposible. En un escenario donde las redes son uno de los protagonistas, los errores son difíciles de olvidar o disimular.
No sólo se debe trabajar en ser buen profesional, sino también en recuperar los vínculos rotos y lo más sensato es asumir que la verdad saldrá a relucir. Ocultar o negar ciertas situaciones provoca nada más que complicaciones para quien las provoca.
A quien decide dejar su empleo y cambiar de empresa para comenzar una nueva vida profesional, el error en su trayectoria laboral lo seguirá a todos lados.
¿Qué se puede hacer para revertir estas situaciones?
Se debe generar un nuevo perfil, pero no un personaje. No se trata de comenzar de nuevo, sino que se deben renovar las características personales. Esto resulta complejo y requiere crear comunidades de valor desde cero, renunciando al pasado. El socio de Soymimarca, Guillem Recolons, explica que esto es algo similar a la protección de testigos, donde se crea una nueva identidad.
Acudir al olvido es algo difícil porque lo que se publica en las redes, queda en las redes. Hay que empezar de nuevo cuando la reputación está dañada, y es necesario demostrar que se tiene un poder de cambio real.
Reconocer el error resulta vital, es lo primero que hay que hacer para poder recuperar la credibilidad y la confianza. No reconocer el fallo es un suicidio profesional, es más conveniente admitirlo con la humilidad y sinceridad correspondiente.
Para Andrés Pérez, "asumir públicamente los inconvenientes forma parte del proceso por el que los profesionales tratan de reparar su reputación dañada". Este reconocimiento conviene que sea no forzado.
Cabe aclarar que el error forma parte de la vida profesional de cada individuo. Quien no intenta algo nuevo, no se equivoca. Y resulta evidente cómo en algunas compañías, el miedo al fracaso provoca que no se procure indagar en nuevos aspectos. Equivocarse entra dentro de lo probable y recomendable.
Algunas acciones, maneras de trabajar, situaciones en eventos y reuniones, incapacidades o malas prácticas son un agujero negro para la credibilidad y el buen nombre profesional. Entre las acciones poco recomendables, se encuentra atribuirse éxitos que no son propios, mentir habitualmente y todo lo que demuestra incapacidad para gestionar las actitudes dentro del marco laboral.
También están aquellos que anteponen la crítica a cualquier otro tipo de actividad, cuando esta no tiene ningún retorno. O el que le habla con demasiada sinceridad a su jefe y compañeros, diciendo lo que piensa sin ningún filtro; esto forma parte de un desahogo nocivo que impacta de manera negativa.