Pasar al contenido principal

ES / EN

Tips para gestionar buenas cartas de recomendación para un MBA
Jueves, Noviembre 25, 2010 - 15:39

Se suelen gestionar tarde y muchas veces no dicen mucho más que el currículum, pero -bien hechas- son un arte para mostrar las virtudes del candidato con la textura apropiada.

Cada una de las partes de un proceso de admisión a un MBA es compleja, pero todas buscan ver desde diferentes ángulos las capacidades y destrezas de un candidato.

En las escuelas de negocios, el comité de admisiones evalúa candidatos multidimensionalmente, y para eso evalúan varias áreas: resultados de GMAT, nivel de idiomas, experiencia profesional, expediente académico y entrevista personal.

Pero un elemento que no se puede olvidar son las cartas de recomendación.

Para Julián Trigo, director de admisiones de IE Business School, estas cartas juegan un papel mucho más importante de lo que pueda parecer. “Aunque al final demos una valoración de conjunto a todas las partes que componen el proceso de admisión, las carta de recomendación supone un estupendo escenario para sumar puntos en el camino a la admisión”, indica.

Según Trigo, escuchar en boca de otra persona las fortalezas del candidato o ver explicado por parte de alguien que ha compartido experiencias por qué éste puede competir con una importante presión de trabajo, "supone un refuerzo considerable a su candidatura".

Stephen Buchanan, dueño de la consultora Educonsul, que asesora a candidatos a un MBA, dice que las cartas de recomendación son el documento “clave” de los candidatos, porque es ahí donde las escuelas ven las diferencias reales entre ellos.

“Todos los postulantes deben rendir el GMAT, el TOEFL, estar calificados, y tener experiencia de trabajo en su currículum y una visión de futuro. Por eso, el nivel de referencias es algo importante, porque destaca cosas que van más allá de el currículum. Y éstas son justamente las que permiten ver si calzas con el perfil que la escuela busca”, asegura.

En las escuelas de negocios se valora la capacidad del candidato para encontrar personas del mundo empresarial, académico o político que estén dispuestas a apoyar su proceso de admisión.

Según Trigo, el proceso de búsqueda de esas cartas “es un magnífico momento para dar un buen empujón a la candidatura, siempre y cuando la persona a la que se le solicita la recomendación sea la persona adecuada”.

Pese a que no hay un “libro de recetas” para escribir una recomendación, se pueden hacer algunos esfuerzos a la hora de gestionarlas.

1) Seleccionar al recomendador.

Ya está dicho pero vale reforzarlo. La primera pregunta que hay que hacerse a la hora de pensar en esta carta es “¿quién es la persona adecuada para hablar de mí?”, señala Buchanan.

Mucha gente piensa que ir directo al CEO de la empresa o a alguno de los gerentes es la clave para la carta de recomendación, pero “una persona que esté dos o tres capas más altas que tú en jerarquía es la peor a quien puedes recurrir”, dice el consultor.

Lo mismo pasa con algunos profesores que están a la cabeza de las escuelas de pregrado. “Si la persona no es entusiasta contigo, no podrá jamás darte una buena recomendación”, dice.

En suma, no se puede perder de vista que “es más importante lo que se puede transmitir en la carta que el cargo o nivel de responsabilidad del recomendante”, indica Trigo.

Este director de admisiones del IE Business School dice que en estas carta se buscan personas “que realmente conozcan al candidato por una relación profesional o académica y que puedan describir perfectamente los puntos fuertes y débiles del mismo, cómo puede ser su labor de trabajo en equipo o qué habilidades emprendedoras puede tener”.

Para Buchanan, el recomendador ideal sería “quien ha sido tu jefe por tres años y te adora, y que además estudió el mismo MBA al que estás aplicando, que de todas maneras suma puntos”, pero dice que esa opción la tiene menos del 1% de la gente.

Entonces, hay que ser realista y pedir la carta a alguien que realmente conozca al candidato. “Puede ser, por ejemplo, tu supervisor inmediato, quien sabe de tu experiencia, triunfos y derrotas”.

Sin embargo, Buchanan dice que las mejores cartas que ha leído de personas aceptadas en MBA no son de quienes han sido sus jefes por dos o tres años, sino de aquellos que han trabajado con el candidato en sólo un proyecto, que lo ha conocido en un corto periodo y que “tienen la confirmación de cómo este tipo se ha comportado. Te muestra las cualidades particulares: esto hizo y esto mostró".

2) Preparar al recomedador

“No se debe pedir la carta cuando te encuentras con el recemendadro en el pasillo”, dice Buchanan. La actitud correcta es solicitarle una reunión con anticipación, ojalá unas 6 semanas antes del plazo para entregar la carta.

En la reunión, cara a cara, se debe conversar distendidamente con el recomendador sobre la motivación que se tiene para ese programa y por qué se ha escogida esa escuela. “Puede entender por qué estás haciendo eso y cuál es el futuro que te espera -dice Buchanan- y pensará más en cómo escribir la carta”.

Como tendrá tiempo, escribirá cosas que recalquen lo que sabe del candidato y pensará qué otras cosas puede agregar para recomendarlo.

Necesitas tiempo para recibir la referencia que esperas. “Si lo haces a última hora, puede que tu recomendador esté concentrado en muchas otras cosas y tu carta sea mediocre”, indicó.

3) La carta final

¿Qué cosas tiene que escribir el recomendador sobre tí? Buchanan aconseja que el candidato sugiera algunos puntos:

- Cómo se conoció a la persona y en qué contexto.

- Señalar que lo ha visto hablar en inglés en el trabajo, si es el caso. Ese punto puede ser muy importante, aunque en América Latina haya pocas empresas que trabajen en inglés.

- Lo más importante es la concentración en un punto que haya que resaltar. Para eso, lo mejor es contar unas tres o cuatro anécdotas que demuestren esas habilidades o cualidades. “Todo el mundo tiene dos o tres cualidades que deben destacarse”, dice el consultor. 

- Es aconsejable que la persona que recomienda lo haga en su idioma originaly el candidato la lleve a un traductor profesional que pueda poner su firma o la de su instituto en la traducción. “Yo recomiendo enviar las dos cartas a la escuela a donde se está aplicando, porque muchas veces las interpretaciones no son exactamente iguales”, dice Buchanan.

Lo que NO hay que hacer:

Es muy deseable que el candidato no escriba su propia carta de recomendación. Se da bastante seguido que el recomendador pone sólo la firma en el papel, pero fue el candidato quien escribió el texto. 

Cuando eso sucede, indica Trigo, se obtiene un efecto contrario al esperado. “Una carta de recomendación donde se detecte que no hay una cercanía al candidato o donde todas las respuestas dan una visión excelente y positiva, sin resaltar ningún punto de mejora, puede despertar sospechas fundadas”, indica.

En muchos de estos casos, e incluso en otros más rutinarios, es habitual que la escuela se ponga en contacto con el recomendador para corroborar la información que aparece en la carta, y si se notan cierto nivel de desconocimiento, el candidato podría quedar automáticamente fuera del proceso.

Autores

Mariana Osorio