Una de las dificultades de la etapa es el poco compromiso hacia los estudios, deportes u otras actividades que antes realizaban con entusiasmo.
Si ves que tu hijo, tu hermano menor o algún adolescente cercano tiene un desánimo constante en todo lo que hace, que casi ha perdido el sentido del humor y se enoja por todo o se ve desesperanzado, tanto que prefiere vivir en un mundo virtual antes que en el real, entonces es probable que esté desmotivado.
La adolescencia es una etapa compleja, tanto para los jóvenes como para sus padres y profesores. Y una de las dificultades es la falta de motivación hacia los estudios, deportes que practicaban u otras actividades que antes realizaban con entusiasmo.
Estar motivados supone una decisión propia, pero es un esfuerzo conjunto entre padres y maestros. “Esta falta de interés es un problema afectivo, algo común en los seres humanos”, dice el psicólogo clínico Juan José Vargas. Este desorden se presenta cuando un objetivo no es cumplido y se pierden las ganas de seguir tras la meta. Esto se debe a la falta de recompensas, explica el especialista.
La desmotivación puede ser pasajera o patológica, advierte Vargas. La primera, al ser momentánea, no afecta la vida de la persona; en cambio la segunda sí, porque conlleva depresión, un estado del cual la persona no puede salir sola ni fácilmente, por lo que necesita ayuda profesional.
En un cuadro esporádico, muchos padres optan por darle al joven lo que pide a cambio de que esté más motivado, comenta la psicóloga Marta Martínez. Sin embargo, el regalo o el permiso otorgados “no solucionan el problema, pues pronto estará nuevamente desmotivado”.
Pero, la desmotivación no es algo que se presenta en todos los adolescentes, sino en quienes tienen ciertas características, enfatiza Martínez. “Los jóvenes que viven sin reglas, sin límites claros, sin responsabilidades y pasan solos mucho tiempo tienen más tendencia a desmotivarse”.
Entonces, ¿cómo ayudar a tu adolescente? Sin duda, lo ideal es inculcarle, desde niño, a tener metas y a ser consecuente. Si ya creció, igual enséñale a ser persistente, que busque lo positivo de llegar al final, que no se rinda al primer fracaso y que no se frustre en caso de no conseguir sus objetivos.
Todo depende de las primeras experiencias que tenga tu adolescente, indica Vargas. Si éstas son bien toleradas frente al fracaso, es buen pronóstico para futuros tropiezos y si no, ayúdalo a ser más tolerante ante las frustraciones de la vida, evitando compensar su decepción con cosas materiales… Es mejor promover la motivación interna como la satisfacción del logro, las ganas de superarse, su constante valía... Esto se logra con abrazos, felicitaciones, aliento y amor incondicional. De ahí que para Vargas es un problema que también tiene que ver con lo afectivo.
Ayuda a tu hijo a descubrir sus habilidades, a trabajar en las debilidades, sin apuntarlas constantemente, y a culminar lo que comienza, sin importar los resultados, si gana o no.
Beneficios
- Interés. Despierta su interés partiendo de sus necesidades, no de las tuyas o de tus expectativas.
- Proyección. Incentiva la reflexión sin limitar sus respuestas y anímalo a que se ponga metas.
- Logros. Alcanzar el objetivo es el fin de la motivación y la recompensa está orientada a cómo se sentirá si lo logra. Pero hay que tener claro que el refuerzo estará más ligado a la actitud y no solo al resultado.
- Tiempo. Muchas veces, la desmotivación surge por tener mucho tiempo libre, por lo que es fundamental fijarle normas en sus tiempos de entretenimiento.
- Efectos. En vez de hablar de castigos, muéstrale las consecuencias de no cumplir con las reglas o con sus rutinas diarias.