Robert Tornabell, el catedrático de Banca y ex decano de ESADE Business School asesoró al presidente del Banco Santander en la formación de los ejecutivos de la entidad.
“Emilio Botín era un hombre que sabía que tenía que estar cerca de los universitarios. Me decía ‘Voy a ser un banco internacional y necesito equipos formados con nuestro propio estilo, in-house banking’. Así que me pidió consejo como decano de Esade y creó su propia escuela en el banco, un centro que luego se convirtió en una universidad”.
Con estas emocionadas palabras recuerda Robert Tornabell, catedrático de banca y ex decano de Esade Business School, al presidente del Banco Santander Emilio Botín, fallecido hace escasas horas. Tornabell, destaca de él su pasión por la universidad, su liderazgo y su visión para los negocios, tanto a nivel nacional como internacional: “Llegó muy tarde a la presidencia. Estuvo al lado de su padre hasta los 54 años y, durante la gran crisis bancaria de 1978-1979, tomó una decisión que cambiaría para siempre la historia del banco: “Vendamos toda la cartera industrial y concentrémonos en la banca al detalle, al por mayor, y en la banca internacional”, dijo. Y fue un gran acierto.
Esta misma intuición la tuvo a escala internacional, cuenta Tornabell: “Un día me dijo, ‘yo me consideraré un banquero de top level cuando tenga una buena posición en el Reino Unido’. Y lo hizo cuando empezó comprando el Abbey National Bank”. “También demostró una gran visión en América Latina. Llegó al Brasil cuando la banca salía de allí y fue el primero en decir ‘no’ y en apostar por el país. ‘Va a ser el gigante de América Latina’, decía”.
“Un gran líder de equipos”
“Como líder siempre supo anticiparse —prosigue el ex decano de Esade—. Él empezó cuando en España había un pacto de caballeros que consistía en que ningún banco podía quitar el director general a otro ni aumentar comisiones o pagar con depósitos. Él fue el primero en decir ‘no, libre competencia’.
Sabía que en los mercados internacionales hay que competir en las mismas condiciones”. También fue un gran líder de equipos según Tornabell: “Conocía muy bien a los hombres y mujeres con los que trabajaba. El creó su propia escuela de líderes. Recordemos que fue el mentor del Alfredo Sáenz y de Patricia Botín, una mujer con una formación y una trayectoria excelentes. Con ella, hizo lo mismo que su padre había hecho con él; primero, hizo que se formara fuera y luego retrasó su entrada en el banco. Cuando ella se incorporó al Santander, ya estaba rozando los cuarenta”.
Precisamente sobre Patricia Botín, el ex decano de Esade Business School destaca su labor en el Banesto: “Emilio Botín compró Banesto en una tender office. Le dije: ‘¿Cómo ha pagado tanto por Banesto’. Él contestó: “Yo lo compro y lo reconvierto”, y puso a su hija al frente. No era fácil, porque Banesto era un banco quebrado, pero ella lo levantó y, cuando consiguió su saneamiento, lo integró en el grupo Santander”.
Por último Robert Tornabell insiste en el Emilio Botín filántropo: “Decía: ‘Yo tengo que estar cerca de los universitarios’ y lo hizo. Y añadía: ‘Tengo que dar becas’, y también lo hizo. Él sabía que los universitarios eran sus futuros clientes y tendrían puesto de responsabilidad en todo el mundo. Era un hombre para el mundo”.