El tema legal es uno de los pendientes para avanzar en el teletrabajo, pero también la mentalidad de muchos jefes que todavía asocian productividad con asistencia a la oficina.

El desarrollo tecnológico no sólo está transformando los empleos, también está abriendo la puerta a esquemas más flexibles de trabajo, como realizar tareas de manera remota. Hacia ese punto debe transitar nuestro país, opina Silvina Moschini, especialista en Tecnologías Disruptivas.

En una economía digital, es “absurdo” que los trabajadores no tengan flexibilidad para trabajar. Por ello, Silvina Moschini considera que el trabajo debe verse como “algo que se hace y no un lugar al que se va”.

En entrevista, la también fundadora de TransparentBusiness habla sobre casos como los de Costa Rica y Colombia, que ya cuentan con una legislación adecuada al teletrabajo, muestran la importancia que empieza a tener esta modalidad en Latinoamérica. A pesar de que en México la discusión está frenada, el esfuerzo por reglamentar el home office es un buen avance para el país.

“México es un país bellísimo, con serios problemas de tráfico y una solución como el teletrabajo o el trabajo flexible resolvería no solamente muchísimo el problema de tráfico y contaminación ambiental, sino mucho ahorro para la gente que gasta mucho dinero y tiempo”, dice la especialista.

Choque de visiones

Desde la perspectiva de Silvina Moschini, los trabajadores quieren esquemas laboral flexibles, en especial las nuevas generaciones. Sin embargo, esta transición se frena por un problema cultural, en el que los empleadores siguen ligando el concepto de productividad a la presencia física de los colaboradores en los centros de trabajo.

“Es el cambio cultural de las empresas de moverse de una economía de trabajo analógica a asimilar tecnologías que les permiten tener incluso más control, pero que ese control no esté basado en la auditoría física de la gente. Estamos en un mercado donde la gente hace compras por internet, pide su auto por internet, busca novio por internet y, sin embargo, muchas compañías siguen pegadas a modelos analógicos de trabajo donde sienten que la gente no está trabajando sino están calentando una silla en una oficina, sino lo ven físicamente”, expone.

La fundadora de TransparentBusiness califica como “absurdo” seguir midiendo el trabajo con la presencia en una oficina, cuando diversos estudios confirman que el 35% del tiempo que se usa en actividades no productivas.

Supervisión, pieza clave

Implementar el trabajo remoto implica también poner en marcha mecanismos de supervisión, que en ningún momento debe confundirse con una vigilancia del trabajador, aclara Silvina Moschini.

Al digitalizar el proceso de trabajo, las personas pueden reportar las horas que trabajan de manera remota y el empleador puede visualizarlo. “Aunque nosotros creemos que la productividad no se mide por horas, se mide por entregables. El traer transparencia en el proceso, hace que quienes están contratando puedan tener claridad de saber que se va a avanzando bien y no llegar al día del desembarco con el entregable sin realizar”, agrega.

Ante un trabajo remoto que da más opciones laborales como las que surgen en las plataformas digitales, la especialista considera que el trabajo autónomo no debe ser sinónimo de salario bajo. Por el contrario, el trabajo autónomo debe estar mejor pagado para compensar la ausencia de algunas prestaciones.

“El trabajo remoto no tiene que ser de menos calidad o menos pagado. Al contrario, tiene que ser trabajo mejor pagado porque la persona, al ser autónomo es un mini emprendedor que va a tener que decir ‘yo voy a cobrar 10 dólares por hora, porque sé que el 30% de esto que ya no me está reteniendo mi empleador, yo tengo que tener la autonomía y responsabilidad de utilizarlo para mi seguro de retiro, pero también un seguro médico’ y también se le tiene que compensar más para que balancee que no va a tener un aguinaldo”, explica.

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