En el Día Mundial del Sueño, la entidad global que reúne a médicos especialistas sostiene que la calidad del descanso "incide sobre cada tejido del cuerpo humano".
Aunque diversas fuentes médicas recomiendan dormir entre 7 a 9 horas cada día, lo cierto es que la dinámica activa de las veinticuatro horas modernas no permite seguir el consejo que parece muy sencillo.
Irritabilidad, dolor de cabeza, distracción, mala memoria o melancolía son algunos de los efectos más conocidos vinculados a la falta de sueño. Sin embargo, muchos otros problemas de salud, tanto a nivel físico como psíquico, tienen origen en el insomnio.
La Asociación Mundial de Medicina del Sueño (World Association of Sleep Medicine, Wasm) indica que "el sueño incide sobre casi cada tejido del cuerpo humano".
En los últimos cincuenta años se redujo un 25% la cantidad de horas que se duerme. Estudios recientes sitúan en cinco a seis horas las que se dedican al sueño en los últimos años.
Bajo el lema “Cuando el sueño es reparador, la salud y la felicidad abundan”, entidades asociadas a la Asociación Mundial de Medicina del Sueño recuerdan El Día Mundial del Sueño, con el fin de difundir el impacto que su práctica genera en la salud.
La Universidad de California analizó el caso de los alumnos de una escuela secundaria que el suprimir la clase más temprana (7:30 a 8:30), mejoró los resultados en un 2% en matemáticas y en un 1% en lectura. Pruebas similares en grupos de adultos también mostraron que el sueño prolongado repercute favorablemente en la capacidad de estudio.
"El mal descanso es un problema que está afectando a toda la sociedad, a todas las edades y a todas las clases sociales; un niño que duerme en la calle no tiene un buen descanso por las condiciones que lo rodean, pero quizás un niño de su misma edad de clase media se queda jugando a la Playstation hasta las cuatro de la mañana y tampoco duerme bien", señala a la agencia argentina Télam el especialista de del Hospital Universitario Austral, Daniel Pérez.
La falta de sueño también amenaza al sistema inmunológico y a la defensa natural del cuerpo contra los microorganismos. La revista ‘Psychosomatic Medicine’ recoge un experimento con una veintena de personas que se vacunaron contra el Hepatitis A, siendo sometidos a diferentes horarios de sueño.
La mitad durmió ocho horas y el resto no durmió en absoluto. Al cabo de cuatro semanas, los primeros presentaban casi el doble de anticuerpos de Hepatitis A. “El sueño debe ser considerado como un factor fundamental en el éxito de la vacunación”, sostuvo el informe de la publicación.