Trucos circenses enseñan a volar a los niños mexicanos
Viernes, Marzo 31, 2017 - 11:01
150 integrantes tiene la escuela del Cirque du Soleil en San Francisco, un pequeño pueblo al norte de Puerto Vallarta.
Con sus saltos de trampolín que desafían la gravedad, sus elegantes acrobacias, juegos malabares y caminatas en la cuerda floja, los niños de la escuela circense de San Francisco llevan un toque de la magia del Cirque du Soleil a este bohemio pueblo de la costa del Pacífico.
Vestidos con coloridos leotardos, tocados con plumas e intrincados maquillajes, se divierten con constantes rutinas en una exuberante versión del clásico de William Shakespeare "Sueño de una noche de verano" con música y hula-hulas, bajo la dirección del cofundador del circo, Gilles Ste-Croix.
Con un vestido etéreo iluminado y transportada en una litera como la reina de las hadas Titania, Juliana Palomares Rodríguez -al igual que muchos de los 150 niños de la escuela Circo de los Niños- se ha propuesto unirse al mundialmente famoso Cirque du Soleil.
"Me encanta", dijo Palomares, de 15 años, oriunda de la localidad de alrededor de 3.000 habitantes, conocida localmente como San Pancho. "Es realmente emocionante estar en el espectáculo. La escuela de circo me ha enseñado cómo presentarme y trabajar en equipo".
Su sueño ahora es ir a la escuela de circo en Montreal, Canadá, donde Cirque du Soleil tiene su sede central.
Ste-Croix se llevó trajes y equipos de los almacenes del Cirque du Soleil para el circo infantil, que se instaló en un almacén reconvertido hace seis años.
Originalmente trabajó con el vecino centro comunitario Entreamigos, cuyos proyectos buscan equipar al pequeño pueblo al norte de Puerto Vallarta para que pueda enfrentar los desafíos de un mayor turismo y desarrollo.
"Circo se ha convertido en un proyecto para la ciudad... es algo más de lo que era al principio, sólo para entrenar a los niños en acrobacias", dijo Ste-Croix, antes de caminar por la escuela, donde las niñas se balancean boca abajo en aros y caminantes con zancos practican saltos. "No es un plan de negocios para lograr dinero, es más un plan de recursos humanos".
Con 21 años en la actualidad, José Luis Herrera Botello se graduó del Circo de los Niños y pasó a un curso profesional en Ciudad de México. Aquí está aprendiendo habilidades como malabarismo, contorsión, trapecio y acrobacias de profesores rusos, cubanos y otros, conocimientos que pasará después a los niños de San Pancho.
"Lo que aprendí del Circo de los Niños es hacer las cosas bien o no hacerlas. Si realmente quieres algo, sólo hazlo", dijo Herrera, quien está patrocinado por Circo de los Niños y Entreamigos.
Para la estadounidense Nicole Swedlow, cuyo proyecto Entreamigos comenzó en una mesa colocada debajo de un árbol, el acceso a una buena educación es clave para asegurar que los niños de las familias locales puedan ganarse la vida, encontrar puestos de trabajo profesionales y liderar la ciudad en su rápida evolución ante el influjo de los turistas.
Entreamigos es ahora un punto focal vibrante, con alrededor de 300 personas pasando por sus puertas cada día para practicar actividades gratuitas como fútbol, tecnología, inglés, arte y capoeira. Otros compran en su galería y tienda de segunda mano.
"El peligro para mí es que dejemos atrás a algunas de nuestras familias más locales porque no tienen acceso a los recursos que necesitan para vivir en una comunidad creciente", dijo Swedlow en la espaciosa biblioteca, donde los niños juegan en el suelo y se divierten ruidosamente en el futbolín.
"Entreamigos es un ejemplo clásico de resiliencia", agregó. "Estamos pidiendo a una comunidad que se prepare para todo lo que viene y que puedan ser líderes activos en ese proceso".
Elegir a niños motivados con un historial familiar de bajos ingresos para el plan de becas de Entreamigos es crucial, dijo. Alrededor de 90 están matriculados ya, con algunos en las universidades locales y dos hermanos con padres apenas alfabetizados en una escuela náutica.
Algunas mujeres se han entrenado como esteticistas, lo que les permite ganarse la vida mientras cuidan de sus hijos, dijo Swedlow, cuyo trabajo ha sido reconocido por el Dalai Lama.
Glenda Ponce, que tiene cinco hermanos, dijo que postuló en secreto a la universidad y finalmente obtuvo una beca a través de Entreamigos, pese a las objeciones de sus padres, que no podían pagar y querían que se casara y trabajara como limpiadora.
Ella está ahora en el consejo de liderazgo que pronto se encargará de dirigir Entreamigos, donde trabajan sus padres. Con apenas un par de años de educación primaria completados, están mejorando su alfabetización como parte de un acuerdo en que todos los empleados estudian.
"El mayor impacto de Entreamigos ha sido cambiar los patrones, el curso de una generación", dijo Ponce, de 25 años, sentada frente a una enorme pancarta con fotos de los receptores de becas.
Isis del Rosario Vivas Rodríguez, de 20 años, quien conoció a Swedlow cuando comenzó sus clases bajo un árbol, dijo que su beca cambió sus opciones y ahora se está formando para ser maestra mientras trabajaba en Entreamigos.
"Ha ayudado a encontrar un camino a seguir... En mi generación, casi nadie estudia. Normalmente trabajan en una pequeña tienda de comestibles o una papelería", dijo.
Entreamigos también genera empleos y una parte de sus ingresos de un programa de reciclaje en toda la ciudad, vendiendo productos reutilizados como lentes en su galería.
Más de 1.000 personas acuden como voluntarios a la organización cada año, muchos de ellos universitarios estadounidenses y mexicanos, mientras que otros van para aprender cómo replicar partes de su modelo en otros lugares.
"Educaremos a todos para darles la capacidad de hacerlo en sus propias comunidades", dijo Swedlow.