El libro "The Shallows: What the Internet is doing to our brains" argumenta que la última tecnología nos hace menos capaces de pensar profundamente. Incluso su autor se sintió tan distraído que no podía trabajar en su libro mientras estaba conectado a la red.
Nueva York. Cuandoel autor Nicholas Carr comenzó a investigar en su libro si internetestá destrozando nuestras mentes, restringió su acceso a internet, alcorreo electrónico y cerró sus cuentas de Twitter y Facebook.
Su nuevo libro "The Shallows:What the Internet is doing to our brains" argumenta que la últimatecnología nos hace menos capaces de pensar profundamente. Carr sesintió él mismo tan distraído que no podía trabajar en su libromientras estaba conectado a la red, como todos los días.
"Encontré en mi falta de concentración una gran incapacidad", dijo Carr a Reuters en una entrevista.
"Por eso abandoné mis cuentasde Facebook y Twitter y me reprimí en el correo electrónico, de talmanera que yo sólo estaba comprobándolo un par de veces al día en lugarde cada 45 segundos", aseguró.
Después de comenzar a sentirse"perplejo" por su repentina falta de conexión a internet, Carr dijo quedurante un par de semanas fue capaz de mantenerse centrado en una tareadurante un periodo ininterrumpido y, afortunadamente, fue capaz tambiénde hacer su trabajo.
Carr escribió un artículo parala revista Atlantic en el 2008 donde planteó la controvertida pregunta"¿Google nos está haciendo estúpidos?" y donde quería conocer enprofundidad cómo internet cambiaba nuestras mentes.
Su libro explora cómo lasociedad pasó de una tradición oral a la palabra impresa y a internet.Detalla cómo el cerebro se reprograma para adaptarse a nuevas fuentesde información.
Leer en internet ha cambiado fundamentalmente la manera en que usamos nuestro cerebro, según Carr.
Ante una serie de textos,fotos, vídeos, música y enlaces a otras páginas web junto a lasinterrupciones constantes de los mensajes de texto y los mensajes decorreo electrónico y actualizaciones de Facebook, blogs, nuestrasmentes se han acostumbrado a hacer una lectura rápida, navegar yexplorar información.
Como resultado, hemos desarrollado mayores habilidades para tomar decisiones rápidas, sobre todo visuales, dice Carr.
Pero ahora la mayoría denosotros pocas veces leemos libros, ensayos o artículos largos que nosayudarían a centrarnos, concentrarnos y ser introspectivos ycontemplativos, indicó.
¿Somos bibliotecarios? Carr afirma que nos estamosconvirtiendo más en bibliotecarios - capaces de encontrar informaciónde forma rápida y discernir mejor las pepitas de oro- que estudiososque digieren e interpretan la información.
Esa falta de concentración afecta a nuestra memoria a largo plazo, haciendo que muchos de nosotros se sienta distraído, señaló.
Para ilustrarnos, compara lamemoria a corto plazo con un dedal y la memoria a largo plazo con unabañera grande. Leer un libro es como llenar la bañera con agua quefluye sin pausa desde un grifo con cada dedal de información que seutilizó en el pasado.
Por el contrario, internet esun número ilimitado de grifos caudalosos, dejándonos aferrados adedales de información dispersa para poner en la bañera y haciendo másdifícil para nuestro cerebro establecer conexiones y contar con unamemoria poderosa.
Carr tiene un consejo para aquellos que sientan que navegar por la red les ha dejado incapacitados para concentrarse.
"Si estas constantemente distraído, no vas a pensar de la misma manera que si prestases atención", puntualizó.