Por primera vez, una investigación científica analizo la correlación entre los químicos cerebrales y el uso de teléfonos smartphone.
De acuerdo con un estudio reciente hecho por el Centro de estudios Pew Research, el 46% de los estadounidenses dicen que no podrían vivir sin su smartphone. Si bien la afirmación puede ser exagerada, no hay duda de que cada vez más hay más gente con una alta dependencia de estos aparatos.
Pero todavía la ciencia no ha logrado ponerse de acuerdo en si esta dependencia podría diagnosticarse como “adicción”. Tal como sucede con los videojuegos o el café, en el Manual Estadístico de Diagnostico los Desordenes Mentales (DSM en inglés) la adicción a la tecnología todavía no ha sido incluida de manera oficial.
Es que si bien un uso excesivo de las redes sociales puede tener efectos nocivos en la autoestima y las relaciones interpersonales, todavía no hay casos reportados de alguien que haya arruinado su vida por chequear compulsivamente Twitter.
Ahora, un nuevo estudio parece dar pistas para desenredar este problema. El estudio, encabezado por la profesora de la Universidad de Corea del Sur Hyung Suk Seo, demostró que el cerebro de quienes son “adictos” a sus smartphones producen más de un neurotransmisor llamado GABA, que desacelera las señales cerebrales.
La investigación se le aplicó a 38 adolescentes, quienes respondieron una encuesta estándar que determinó su nivel de “adicción” a la tecnología. La encuesta les hizo preguntas sobre cómo sus hábitos afectan sus actividades diarias, sus relaciones interpersonales, su productividad, sus patrones de sueño y sentimientos.
Tras seleccionar a un grupo de 19 jóvenes altamente dependientes, el grupo de investigadores coreanos selecciono otro grupo de adolescentes “sanos” para comparar sus actividades cerebrales en un espectroscopio de resonancia magnética (MRS), que es un tipo de MRI para ver la composición química del cerebro.
De acuerdo con un comunicado lanzado por la Sociedad Radiológica de Norteamérica, quienes habían sido identificados como “adictos” tenían más presencia en su cerebro del neurotransmisor GABA, pero menos glutamato, que excita eléctricamente las neuronas.
De acuerdo con la revista New Scientist, no está muy claro porque las personas involucradas en el estudio tenían este desbalance entre el GABA y el glutamato, ni si el fenómeno es una causa o un efecto de su adicción a la tecnología.
La buena noticia, explicó Hyung Suk Seo, es que 12 adolescentes “adictos” que participaron en varias sesiones de terapia cognitiva de comportamiento, parecieron mejorar estos niveles químicos en una segunda prueba en el MRS.
Aun así, Seo aclaró que por el tamaño de la muestra, no pueden generalizarse los resultados a toda la población y todavía hay un largo trecho por recorrer para determinar qué tan grave puede llegar a ser la necesidad, a veces compulsiva, de revisar las redes sociales.