Según candidatas y expertos, las prácticas tradicionales de campaña son una de las muchas barreras a las que se enfrentan las mujeres cuando intentan entrar en la política japonesa, dominada por los hombres.
Cuando la activista antinuclear Junko Isogai se postuló para un cargo en la región de Niigata, en el norte de Japón, la situación tomó una dimensión incómoda: no sólo se limitaba a dar discursos y charlas para los electores, sino que también tenía que agasajar a los posibles partidarios.
"Me pedían que sirviera sake, que mantuviera una conversación aduladora y que actuara de una manera que a los hombres no les desagradara", dice Isogai, de 45 años, madre de dos niñas adolescentes, a Reuters. "Era como ser camarera."
Según candidatas y expertos, estas prácticas tradicionales de campaña, que se basan en la interacción cara a cara y los vínculos personales, son una de las muchas barreras a las que se enfrentan las mujeres cuando intentan entrar en la política japonesa, dominada por los hombres.
Otros obstáculos incluyen la falta de referentes previos, normas sociales que desalientan que las mujeres se expresen, y la carga de un trabajo intenso y a tiempo completo en una sociedad en la que se espera que las mujeres sean responsables de las tareas domésticas, la crianza de los hijos y el cuidado de los ancianos.
El primer ministro Shinzo Abe ha hecho de la incorporación de más mujeres al mercado laboral un pilar de su programa. Sin embargo, la política sigue estando dominada por los hombres.
Desde que Abe asumió el cargo en diciembre de 2012, la posición de Japón en el ranking mundial de mujeres en el Parlamento ha caído del puesto 122 al 164, de un total de 193 países. Su Partido Liberal Democrático tiene un porcentaje menor de mujeres parlamentarias que el principal partido de oposición.
Las elecciones a la Cámara Alta del 21 de julio serán las primeras elecciones nacionales desde la aprobación de una ley de paridad de género que establece objetivos no vinculantes para que los partidos presenten el mismo número de candidatos y candidatas. El 28% de los candidatos son mujeres, una cifra récord. Pero sólo el 15% de los candidatos del PLD son mujeres, en comparación con el 45% del principal grupo de la oposición, el Partido Democrático Constitucional de Japón (CDPJ).
Sakura Uchikoshi, una abogada con sede en Tokio que hace su primera incursión en la política en el distrito rural de Niigata, se encuentra entre las candidatas de la oposición. Niigata tiene una tradición de mujeres fuertes en la política, incluyendo a la exministra de Asuntos Exteriores Makiko Tanaka. Y actualmente tiene tres legisladoras de la oposición.
Redes y nombres
Uchikoshi, que a diferencia de muchos hombres en el partido, no fue ascendiendo en el partido, tiene el problema de su imagen de intrusa. Nació en Hokkaido e hizo su carrera en Tokio. Esto supone un marcado contraste con su rival del PLD, Ichiro Tsukada, que nació en Niigata y cuyo padre también era parlamentario.
"Mi falta de reconocimiento del apellido es una barrera", dice Uchikoshi a Reuters en una entrevista antes de un mitin. "Los candidatos masculinos tienen redes y... no tenerlas lo hace más difícil para las candidatas novatas", dice, agregando que estaba agradecida por el apoyo de las tres mujeres en el cargo.
Los políticos, especialmente en el PLD, suelen ascender desde las asambleas locales hasta el Parlamento, creando su base a lo largo del camino. Ese camino puede ser difícil para las mujeres, que se espera que se ocupen de sus familias en lugar de dedicarse a estrechar manos.
"Los individuos tienen que cultivar sus propias redes", dice Mari Miura, profesora de la Universidad de Sophia. "Muchas mujeres, que tienen que interrumpir sus carreras para cuidar a sus hijos y tienen dificultades para conciliar la vida laboral y personal, no pueden permitirse tal derroche de energía".
Los partidarios de Uchikoshi esperan que destaque como alternativa a Tsukada, según Hiroshi Sasaki, profesora universitaria y activista cívica que asesora su campaña.
La reputación de Tsukada se vio dañada cuando se jactó de haber asegurado un proyecto de carreteras en el sur de Japón como favor no solicitado para Abe y el ministro de Finanzas Taro Aso. Renunció como secretario de Estado por el escándalo.
"Por lo general, voto por el PLD, pero esta vez creo que se están burlando de nosotros y estoy enfadado", dice Susumu, de 63 años, jubilado de Niigata, que prefiere no dar su apellido.
El marido de Uchikoshi, abogado, y su hijo adolescente están en Tokio durante la campaña, que comenzó oficialmente el 4 de julio. "Mi hijo no parecía darse cuenta de que tendría que quedarme en Niigata", dice.
Por el contrario, expertos y políticos dicen que los hombres no suelen considerar que los deberes familiares sean una barrera para entrar en la política. "Si una mujer es ama de casa a tiempo completo y su esposo se postula para un cargo, ella puede ocuparse de la casa", dice a Reuters Yukio Edano, líder del Partido Democrático. "Desafortunadamente, la carga de criar a los hijos es más pesada para las mujeres, así que el coste de presentarse a un cargo es mayor."
Isogai, que perdió en su intentó de entrar en la asamblea de la prefectura de Niigata y apoya a Uchikoshi, dice que a menudo se sitió culpable por no estar con sus hijas adolescentes mientras hacía campaña.
"Cuando veía que les faltaba un botón, me sentía culpable", dice Isogai, que se mudó de Fukushima a Niigata tras la catástrofe nuclear de Fukushima en marzo de 2011. Su marido, a menudo ausente por trabajo, no está acostumbrado a las tareas domésticas, dice. "Cuando se trata de hacer campaña, es abrumadoramente más fácil para los hombres", añade.
Las aspirantes dicen que un mayor número de mujeres en el Parlamento ayudaría a Japón a centrarse en políticas clave como el cuidado infantil, la educación y el bienestar. "Yo también soy una madre trabajadora y los problemas del cuidado de los niños y de los ancianos son muy personales", dice Uchikoshi. "Para priorizar estos temas, necesitamos más mujeres parlamentarias".