Por Alejandro Inzunza, socio Symnetics.
Hace unas semanas un grupo de expertos en salud, cambio climático, economía y políticas públicas de la Australian National University, denominado CHF (Commission for the Human Future) identificó 10 riesgos globales potencialmente catastróficos para la especie humana: una crisis emergente en los recursos naturales; crecimiento poblacional excesivo; calentamiento global; colapso de los ecosistemas; contaminación global; inseguridad alimentaria y del agua; pandemias
nuevas tecnologías; guerra nuclear; y fallas en la gobernanza global.
En este contexto, el presidente de la Comisión para el Futuro Humano y miembro de la Facultad de Políticas Públicas de Crawford en la Universidad Nacional de Australia, John Hewson, fue enfático en advertir que la pandemia mundial muestra lo corto y cegado que son nuestros horizontes; lo vulnerables y poco preparados que estamos ante las amenazas que pueden sacudir o colapsar nuestra civilización. Entonces, ¿qué nos hace falta? Necesitamos preparación y anticipación, de otro
modo seguiremos siendo sorprendidos y afectados por este sinfín de crisis. Pero también, una estrategia adaptativa que nos permita idear soluciones integradas, más centrada en el futuro.
Sin duda, estamos frente a un entorno VUCA, es decir, volátil, complejo, incierto y ambiguo, en que las reglas del juego cambian de manera veloz, lo que implica una necesidad latente de las organizaciones y el Estado de hacer frente a estas situaciones con una mirada a largo plazo, identificando todos aquellos riesgos potenciales, que interferirá en sus negocios y a la misma sociedad. En ese escenario, más que nunca, la flexibilidad y adaptación son algunos de los nuevos
imperativos que deben adaptar las empresas y sus trabajadores, en todos los sectores, desde el de servicios, el tecnológico, la banca, entre otros.
Los desafíos son múltiples porque la realidad también lo amerita. Basta con mirar los efectos que ya ha dejado ver la pandemia. Mientras Europa sigue avanzando en su progresivo y cuidadoso desconfinamiento, América Latina y el Caribe sufre sus consecuencias, superando los 400.000 casos.
Según indican los pronósticos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, se prevé una fuerte recesión para América Latina, con una caída de 4,6% y 5,2%, respectivamente. De esta manera, posiblemente muchas personas caerán en la pobreza, lo que tendrá consecuencias de largo plazo en la economía y, trabajando en base a escenarios futuros, derivar en una fuerte crisis económica, social y política.
En esa línea, una de las herramientas interesantes para poder anticiparnos y prepararnos de mejor manera para lo que viene es mirar al futuro y explorar escenarios futuros. La prospección de realidades y análisis de variables nos permite abrir nuestro abanico de posibilidades de actuación y plantear estrategias más eficientes a la hora de enfrentarnos a las próximas amenazas que se nos avecinan.
Es importante generar acciones que nos permitan estar mejor preparados para el presente y el futuro, ambos son importantes para definir el éxito de una organización o país, o al menos para evitar consecuencias más grandes. Ejemplos hay, países que con más previsión han podido enfrentar de mejor manera esa crisis, como Noruega o Singapur, mientras que otros se mantienen sumergidos en una situación compleja, como Estados Unidos. La primera economía mundial está sufriendo la peor crisis de desempleo jamás imaginada desde que comenzó la pandemia y ve crecer la cifras de contagiados día a día.
Es tiempo de pensar y actuar, porque el futuro es ahora.